Fueron
las películas palestinas Idol y Omar las que abrieron las puertas de
Hollywood al director nacido en Nazaret Hany Abu-Assad, dándole la oportunidad
en trabajar en una película como La montaña entre nosotros.
Aprovechando
la majestuosidad de los paisajes de Vancouver, en Canadá, la película narra la
epopeya de dos desconocidos que deciden aventurarse en un viaje en avioneta
cuando la amenaza de tormenta impide la salida de todos los vuelos comerciales.
Un accidente los dejará malheridos y perdidos en medio de la nada, iniciándose
así una lucha por su propia supervivencia a la vez que deben aprender a
conocerse y confiar uno en el otro para aspirar a ser rescatados.
Cayendo
todo el peso de La montaña entre nosotros
en sus dos estrellas, unos esforzados Idris Elba y Kate Winslet que incluso estando
soberbios no salvan de la quema al film (por ahí están también Dermot Mulroney
y Beau bridges, pero sus aportaciones son casi anecdóticas), el problema de la
película no está en lo terriblemente previsible que es (casi desde el arranque
se puede adivinar como va a terminar, sin espacio alguno para la sorpresa),
sino en que esa supuesta aventura de supervivencia (cabría pensar en algo al
estilo ¡Viven!) queda enseguida
empañada por el drama romántico en que deriva la narración.
Aun
así, la química entre Elba y Winslet podría ser suficiente para ver la película
con un mínimo de agrado, pero Abu-Assad comete el error de alargar la historia
con un epílogo demasiado extenso, inconsciente de que una vez se deja atrás la
parte referente a la montaña el interés decae definitivamente.
La montaña entre nosotros, resulta, al final, tediosa y aburrida, poco creíble
y sin ningún aliciente especial (más allá de los mencionados actores) para
acercarse a ella.
Valoración:
Cuatro sobre diez.
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