Hubo
un tiempo en el que el nombre de Lasse Hallström era sinónimo de calidad. Títulos
como ¿A quién ama Gilbert Grape?, Chocolat o Las normas de la casa de la sidra han pasado ya a la historia del
cine. Pero de eso hace ya mucho tiempo.
Tras
esa época dorada, Hallström solo ha logrado alternar mediocridades sensibleras
como Querido John o Un lugar donde refugiarse con
películillas con un mínimo de destreza, como la simpática Un viaje de diez metros. Ni siquiera el regreso a su Suecia natal
como hizo al rodar El hipnotista le
sirvió demasiado.
Es
Siempre a tu lado (Hachiko),
posiblemente, su último título destacable, y posiblemente que esa fuese una
historia lacrimógena con perrete de por medio es lo que lo ha llevado a tratar
de repetir la jugada con esta cosa llamada Tu mejor amigo.
Dicen
que en tiempos difíciles es fácil recurrir a la fe, y no es casual que en los
últimos tiempos haya habido cierta proliferación de películas de temática
religiosa, como El cielo existe, Los milagros del cielo o La cabaña (cuya calidad parece tan
ínfima que apenas ha durado una semana en cartel en la mayoría de los cines),
dejando de lado cosas más “disfuncionales” como La llamada o Madre!
Dentro de esa corriente religiosa no es extraño encontrarse con panfletos más
concretos, como las películas sobre cienciología o las budistas, y de esto
último trata Tu mejor amigo.
Hago
este inciso porque, más allá de las creencias religiosas que pueda tener cada
uno, esa insistencia en hablar soterradamente de la rencarnación fue una de las
cosas que más me sobraron de una película que busca descaradamente la empatía
del espectador con el chucho de turno y provocar la lágrima fácil (en un
ejercicio de pornografía sentimental exagerado) con cada momentito dramático
que sacude un film que, por lo demás, tienen una comicidad propia del cine más
infantil.
No
por ello voy a decir que Hallström se haya olvidado del filmar, y visualmente
la película está muy bien conseguida, con unos actores que no molestan (Britt Robertson,
Dennis Quaid y John Ortiz son de las pocas caras conocidas en un reparto muy
coral) y algún momento simpático que ayuda a digerir la función, pero tener que
soportar al/los protagonista/s con esa omnipresente voz en off reflexionando
sobre el sentido de la existencia (como si Mira
quien habla también se pusiera en plan filosófico) y esa insistencia por
mantener la identidad a través de las sucesivas vidas se hace por momentos muy
cuesta arriba.
Pero
claro, los perricos son muy monos, hacen monerías para que se te caiga la baba
y ver a Dennis Quaid reencontrarse con el amor de su vida tiene su puntito. No
suficiente para un aprobado, pero casi.
Valoración:
Cuatro sobre diez.
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