martes, 5 de julio de 2022

Cine: ELVIS

No es nada novedoso acometer un biopic sobre una leyenda musical. Ya en el pasado vimos cientos de ejemplo, como Gran Bola de Fuego (cuyo arranque tienes muchas similitudes narrativas con esta película) sobre Jerry Lee Lewis; La Bamba, sobre Ritchie Valens; The Doors, etc. Sin embargo, ha sido el tremendo éxito de Bohemian Rhapsody, la supuesta adaptación a la biografía de Queen, la que ha marcado un antes y un después y ha propiciado un aluvión de recuperaciones de canciones míticas, ya sea en modo biopic como Rocketman o en modo homenaje, como el Yesterday de The Beatles o el Last Christmas de George Michael.

Elvis supone una nueva vuelta de tuerca al modelo, acercándose a la figura del rey del rock empleando casi todos los tropos habituales pero con un estilo visual muy particular, algo que solo Baz Luhrmann (idolatrado por unos, odiado por otros) podría acometer. Es casi como si hablásemos, una vez más, de un blockbuster de autor.

Y es que si nos paramos en la figura de Elvis Presley como tal descubriremos que, más allá de lo que a cada uno puedan gustar sus canciones, su vida no deja de ser muy paralela a la de otros artistas de la época, aupados a los más alto gracias, aparte de a su talento natural, a un avispado mánager, cayendo en desgracia tras no saber cómo afrontar esa fama tan excelsa y peligrosamente efímera (regada con una buena cantidad de decisiones mal tomadas) y una muerte prematura. Por eso, Luhrmann apuesta por poner toda la carne en el asador con dios apuestas concretas: por un lado, su particular manera de contar las cosas, con un derroche visual hipnótico que a menudo puede rozar lo kitsch (algo que sucedía con el propio Elvis) y un montaje frenético por un lado y repartiendo el peso de la historia entre dos personajes: el cantante y su mánager, el coronel Tom Parker. De hecho, hay momentos en los que uno se pregunta si no es este último el verdadero protagonista de la historia.

Esto se debe, en gran medida, al gran trabajo que realiza Tom Hanks (que parece inspirarse en su propia creación para The Wonders) dando vida al supuesto villano de la función, que sin desmerecer la gran actuación de Austin Butler (todo un descubrimiento), termina por robarle toda la atención.

Este juego de demonizar al mánager para blanquear algo la figura del artista es el mismo que Singer (o quien quiera que terminase dirigiendo Bohemian Rhapsody) ya hiciera con respecto a Freddie Mercury, pero que Luhrmann lleva al extremo, convirtiendo al indeseable tipejo en narrador (poco fiable) de la historia y jugando a que nos convenza de su honestidad.

Un riesgo que corre el realizador australiano en su película es la de querer abarcar una vida entera en lugar de centrarse en un episodio concreto de la vida de Elvis (como, por ejemplo, hace Judy), pero para ello realiza un recorrido casi fugaz deteniéndose solo en algunos episodios concretos que le interesan para dar forma a su historia y con los que consigue que las más de dos horas y media de film pasen en un suspiro.

No es esta, desde luego, una biografía literal del cantante de Memphis, de manera que quien quiera saber todos los pormenores de su vida o espere un grandes éxitos del artista, se podrían sentir decepcionados (en este sentido era más literal la Oscarizada película protagonizada por Rami Malek), pero no cabe duda de que estamos ante la mejor película posible sobre el rey del rock, una obra gigantesca, brillante e impactante que se adapta más a los deseos de su autor que a los del público, pese a lo cual parece que este último está respondiendo bien.

 

Valoración: Ocho sobre diez.

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