Resulta un canto curioso ver a Dani de la Torre acometer una película de estas características, acostumbrados como nos tenía a un cine más negro, como El desconocido, La sombra de la ley o la serie de Movistar+: La Unidad. Y es que Live is life es, sin llegar a ser una película infantil ni necesariamente familiar, una comedia dramática muy amable sobre el paso de la infancia a la adolescencia cuya fuente de inspiración principal (y que el título de la misma corresponda a una canción no me parece casual) es la maravillosa Stand by me (Cuenta conmigo en español) de Rob Reyner, inspirada en el no menos genial relato de El Cuerpo de Stephen King.
De
la Torre recurre a muchos de los tropos vistos en la historia de King, como el
recorrido metafórico por una zona montañosa, la búsqueda de un elemento
misterioso (aquí mucho menos escabroso) y la rivalidad con una panda de mayor
edad. Pero más allá de eso, es también el retrato de una época, un viaje sin
abusar en la nostalgia (no es que estemos hablando de Strangers Things ni sus imitadoras) mucho más acertado que otras
propuestas de carácter más realista pero que a mí me funcionaron mucho menos
como Estiu 1993.
La
historia, poco creíble, eso hay que reconocerlo, cuenta como cinco amigos se reúnen
en un pueblo de Galicia para pasar las vacaciones de verano y deciden emprender
una ruta por la montaña (una Ribeira Sacra estupendamente fotografiada) en
busca de una supuesta flor mágica capaz de curar cualquier mal durante el
amaneces de San Juan, un mcguffin sin
demasiada importancia que solo sirve como excusa para la aventura que hará que
ese verano sea especial para todos ellos, un verano de desafíos y
descubrimientos y que va a ser, posiblemente (aunque la película no lo diga
claramente), el último de todos.
Con
alguna persecución y pelea que recupera al De la Torre más clásico, la película
versa también alrededor del cáncer (motivo que animó al director a rodarla, en
tributo a su propia madre), lo cual es tema habitual de Albert Espinosa,
creador de Planta 14, Polseres vermelles o Héroes, siendo este posiblemente su
mejor trabajo.
En
resumen, una película emotiva, algo floja si nos ponemos serios con su
verosimilitud, pero que cumple con su objetivo de hacer que todos los que
pasamos largamente de los cuarenta recuperemos una niñez ya apolillada, bajo el
slogan (no siempre certero) de que todo tiempo pasado fue mejor.
Valoración:
Siete sobre diez.
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