Por si acaso no fuera suficiente con las expectativas por ver la siguiente gran película de los hermanos Russo tras Vengadores: End Game (y dejo de lado Cherry porque no dejaba de ser una película relativamente pequeña, poco comparable a esto), encima nos encontramos con el film más caro de Netflix hasta la fecha y la mayor apuesta para el presente año, una de esas películas, como Alerta roja, destinada a batir records de reproducciones y con la aspiración de ser el comienzo de una lucrativa franquicia).
Para
ello, los Russo han adaptado una novela de Mark Greaney, trayéndose de Marvel a los guionistas con los que
fueron de la mano desde Capitán América: El soldado de invierno, Christopher Markus
y Stephen McFeely, y a su protagonista, Chris Evans, a los que han acompañado
de un efectivo y contundente Ryan Gosling (mola verle salir de vez en cuando de
su área de confort) y a una Ana de Armas que parece una mezcla entre la Paloma
de Sin tiempo para morir y la Viuda
Negra de Scarlett Johansson.
El agente invisible es una película vibrante, con grandes dosis de acción
y espectacularidad, que, como si homenajeara a James Bond, nos lleva de un lado
para otro del planeta sin dar un segundo de respiro y jugando a las intrigas de
espionajes poco sutiles sin complicarse la vida con dobles agentes ni giros
imprevisibles. El agente invisible es
pura adrenalina y para ello los Russo han demostrado todo su talento, con coreografías
de lucha brillantemente estudiadas y planos vertiginosos que recuerdan mucho a Ambulance, de Michael Bay, y su uso de
drones.
Así,
pues, estamos ante una película emocionante, ágil y muy divertida, donde los
actores están todos estupendos (hay por ahí algún que otro secundario de lujo)
y con un ritmo frenético que contagia la adrenalina al espectador.
¿Dónde podemos poner, pues, algún pero? Pues por decepcionante que parezca, en su guion. Markus y McFeely, que tan bien se las apañaros para retratar el viaje de Steve Rogers desde sus inicios en Capitán América: el primer vengador, fallan aquí en el aspecto emocional, ofreciéndonos unos personajes sin alma de los que apenas conocemos nada que nos permita empatizar más allá de cuatro retazos sobre el padre de Gosling a todas luces insuficientes. Por ello, sin el factor emocional con el que conectar, la película se disfruta mucho, pero no deja poso, haciendo que sea una película más de acción, muy bien hecha pero sin aportar nada verdaderamente importante a otras muchas que hay similares. De hecho, es poco probable que nadie que haya disfrutado de ella mantenga en su recuerdo demasiado apenas pasen unos meses.
Ese es el problema de una película que, por otro lado, es muy efectiva y da lo que promete. Espectáculo de primera pero sin dejar demasiada huella.
Valoración: Seis sobre diez.
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