No es este lugar donde poner en duda las cualidades interpretativas de Dwayne Johnson, pero o que está fuera de debate es que uno de los secretos de su éxito es su tremendo carisma, más cuando tiene a alguien a la altura para darle la réplica. Ya se demostró con el binomio que formó con Jason Statham en Fast & Furious 7 y que repitió en Hobbs & Shaw, película en la que, además, compartía algunos segundos con Ryan Reynols, dando pie a algunos de los momentos más divertidos del spin-off. Quién sabe, incluso, si esa fue la semilla de la presente Alerta Roja.
El
caso es que la película más cara hasta la fecha de Netflix centra casi todo su interés en la química que desprenden
Johnson y Reynols, dos auténticos reyes de la comedia de acción, que demuestran
compenetrarse a la perfección, dejando aire, eso sí, para que Gal Gadot pueda
brillar también como la tercera en discordia. Quizá a simple vista sea ella
quien tenga menos papel con el que lucirse, pero se agradece también que su
personaje esté más alejado de lo que nos tiene acostumbrado, siendo un soplo de
aire fresco en su carrera. Johnson y Reynols funcionan muy bien, pero no dejan
de hacer una réplica de sus personajes más estereotipados.
Puede
que el punto más débil del film se encuentre en su director y guionista, un
Rawson Marshall Thurber más dotado para la comedia que para la acción que ya
demostró en El Rascacielos, aquella
versión supe tecnológica de Jungla de
Cristal que no terminaba de funcionar del todo.
Alerta Roja es una comedia de altos vuelos sobre el clásico juego
del gato y el ratón que deben unir fuerzas contra un enemigo (enemiga en este
caso) común con una serie de robos de por medio. Siendo su argumento lo más
flojo del film, hay que reconocerle que tiene un ritmo trepidante, con lo cual
resulta imposible aburrirse ni un segundo, y aunque los giros de guion no sean nada
del otro mundo encajan a la perfección en una película que carece de las
pretensiones artísticas suficientes para estar a la altura de su ambición
presupuestaria pero que como puro entretenimiento resulta muy efectiva. A lo
mejor la principal pega que se le pueda poner es algo ajeno a su producción: me
refiero a la coincidencia en el tiempo de demasiadas producciones enfocadas en
robos de cajas fuertes aparentemente inexpugnables, pues en medio del hype por
la conclusión definitiva de La casa de papel tenemos muy reciente, también en Netflix,
Ejército de los ladrones, mientras que
en cines está triunfando Way Down, de
la que hablaré en breve.
Como
sea, el vehículo de lucimiento para estas tres estrellas, guapos, fuertes y
simpáticos, es un éxito garantizado, y, como ya nos tiene acostumbrados Netflix, tiene la pretensión de
funcionar como posible franquicia.
El
tiempo dirá…
Valoración:
Siete sobre diez.
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