Pese al relativo traspiés que podríamos considerar Musa (aunque a mí tampoco es que me disgustara), sigo siendo un fiel defensor de Jaume Balagueró y su cine, estando Mientras duermes y [Rec] dos absolutas obras maestras del terror patrio (su entrada en el universo zombi es para mí una de las obras cumbres del género a nivel mundial y uno de los títulos más aterradores que he visto en una sala de cine).
Way Down es un extraño giro en su carrera (dejemos de lado su
documental sobre Operación Triunfo),
en la que abandona el misterio y el terror para adentrarse en el mundo de los
ladrones de arte. Su propuesta presenta al clásico equipo de especialistas tipo
Ocean’s Eleven que se atreven a
plantearse un desafío aparentemente imposible (en este caso asaltar la cámara
acorazada del Banco de España, en Madrid).
Existen
dos maneras de analizar esta película, y por desgracia para Balagueró es muy
difícil separar una de la otra. Por un lado, desde el punto meramente
artístico, estamos a ante una propuesta estilísticamente perfecta, con un
variopinto grupo de actores internacionales que funciona francamente bien (ahí
noto quizá algo desaprovechado a Luis Tosar, mucho más secundario de lo que nos
tiene acostumbrados), con el “good doctor”
Freddie Highmore y el “Davos Seaworth de Juego
de Tronos” Liam Cnningham liderando la función, aunque sin desmerecer lo
divertidos que están, rozando la pantomima pero sin alcanzarla, José Coronado y
Emilio Gutiérrez Caba. Todos ellos están impecables, la historia funciona como
un tiro y el ritmo y manejo de las cámaras de Balagueró son envidiables. Así,
analizada como película aislada en el tiempo, estamos ante una obra mayúscula
del cine de entretenimiento.
El
problema es que no se puede separar este estreno en cines del momento temporal
que ocupa. Me estoy refiriendo (y quiero subrayar que esto es una coincidencia,
no un ejercicio de oportunismo) con el final de La Casa de papel, que narra también un atraco imposible de la
cámara acorazada del susodicho banco, mientras que tenemos también en la
memoria a los atracadores de Ejército de los ladrones o Alerta Roja. Además, para más inri, Way down versa sobre
el intento de recuperar parte de un tesoro que el buscador al que da vida
Cunningham ha dedicado media vida a recuperar y que es requisado por el
gobierno español, considerándolo a él como un mero pirata. Este sentido de la
justicia algo difuso que convierte a los españoles en los aparentes villanos de
la película (aunque tampoco es que el gobierno británico, al otro lado de la
balanza, quede muy bien parado) se podría ver sobre una cara B del mismo caso
que se plantea en La Fortuna, la
serie de Movistar dirigida por
Amenábar.
En
resumidas cuentas, que estamos ante una película muy entretenida, que funciona
a la perfección, y cuyo principal pero es que a nivel argumental estamos
siempre en un terreno demasiado conocido, haciendo que pese a sus giros
argumentales, el factor sorpresa no termine de funcionar como debería.
Valoración:
Siete sobre diez.
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