martes, 30 de noviembre de 2021

Visto en Disney+: POR FIN SOLO EN CASA

Cuando se anunció que Disney estaba preparando una nueva película de la franquicia Solo en casa destinada a potenciar su plataforma, no pude emocionarme menos. Es cierto que la película de Chris Columbus y John Hugles es todo un clásico navideño, incluso su secuela es bastante remarcable, pero una vez Macaulay Culkin fuera de la ecuación, la saga se convirtió en una sucesión de películas destinadas al formato doméstico totalmente olvidables.

Sin embargo, una vez vista esta nueva entrega (la recuperación del actor Devin Ratray repitiendo su personaje más de treinta años después demuestra que no se trata realmente de un reboot) lo cierto es que la cosa tiene su gracia.

Por fin solo en casa es una película menor, desde luego, pero también es cierto que estamos en otra época y la magia del cine de los ochenta y principios de los noventa no tiene cabida en el panorama actual, donde una película que merezca destacar en pantalla grande debe contener grandes explosiones, persecuciones y un final híper exagerado para aspirar a funcionar mínimamente. Pero en el cobijo de Disney+, la película que dirige Dan Mazer y protagoniza Archie Yates (el amigo del protagonista de Jojo Rabbit) encuentra fácilmente su sitio gracias a un guion simpático que consigue recurrir al factor nostálgico recorriendo elementos comunes del film de 1990 pero evitando la sensación de repetición. Así, por ejemplo, después de que el protagonista se haya quedado por error solo en casa en vísperas de Navidad, también hay dos sujetos que tratan de allanar su morada y a los que deberá hacer frente con todas las armas que sea capaz de imaginar, pero con un contexto completamente diferente, cambiando incluso los roles y pasando los invasores de villanos a víctimas de una forma muy natural y que provoca una empatía que no se sentía hacia los personajes a los que daban vida Joe Pesci y Daniel Stern.

No estamos, claro, ante un título que aspire a renovar el género, ni mucho menos, pero sí es una propuesta familiar navideña bastante más simpática de lo que cabría esperar a simple vista y que merece que se le dé una oportunidad, aunque solo sea como excusa para comer algún turrón o cualquier otro dulce a la hora de la sobremesa.

 

Valoración: Seis sobre diez.

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