martes, 9 de noviembre de 2021

Visto en Disney+: SOLO ASESINATOS EN EL EDIFICIO

Mientras todo el mundo continúa hablando sobre El juego del calamar, parece mentira que una de las series más interesantes de la temporada no provenga de Netflix ni de HBO. Técnicamente, no dondequiera es producción de Disney+.

No, Solo asesinatos en el edificio, pese a estar disponible en Disney+, es una producción de Hulu que se puede ver a través de Star y es, realmente, una de las series más disfrutables que podemos encontrar ahora mismo en las plataformas.

Si recordamos comedias clásicas como ¡Tres amigos!, El padre de la novia o Vuelve el padre de la novia nos encontraremos a dos actores míticos a la par que amigos que no habían vuelto coincidir desde 1995, aparte de un especial honorífico de Netflix de 2018. Me refiero a Steve Martín y Martín Short, dos clásicos de los escenarios que se han reencontrado gracias a esta serie creada por el primero, junto a John Hoffman, y que ambos producen junto a la tercera en discordia.

Para completar el equipo de estos dos veteranos (en cierto modo me vino a la mente la pareja Michael Douglas / Alan Arkin de El método Kominsky) tenemos a Selena Gómez, cada vez más cerca de ser una actriz de verdad y no sólo un producto más de la cantera Disney. Juntos componen una divertida aventura detectivesca con giros sorprendentes y apariciones inesperadas que enriquecen mucho la función.

Con un acertado equilibrio entre la intriga y el humor, la serie consigue además hacer de Nueva York un personaje más, mérito especial cuando la realidad es que casi toda la acción transcurre en el interior de un edificio. Es por eso que hay momentos en los que esta fábula a lo Agatha Christie recuerda al cine de Woody Allen, quizá ayudado por el hecho de que Gómez ha sido una de sus musasmás recientes.

Solo asesinatos en el edificio juega a los detectives, modernizando el cásico Cluedo para mezclarlo con el mundo de los podcasters (mucho más profesionalizado y lucrativo en los USA que en España), jugando con los contrastes generacionales de sus protagonistas y abrazando una nostalgia amable y para nada forzada. Lo hace, además, con una puesta en escena arriesgada y valiente, con un metalenguaje que permite convertir las reflexiones de uno de los protagonistas en un casting de Broadway o realizar todo un episodio completamente sin diálogos siguiendo los pasos de uno de sus secundarios sordo.

Así, Solo asesinatos en el edificio logra sorprender jugando con precisión unas cartas que, en la distancia, podría parecer que se sostiene sobre unas bases muy tópicas, pero que a medida que avanzan los episodios y nos dejamos seducir por sus personajes, va creciendo hasta alcanzar grandes cotas de satisfacción.

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