Cuando se anunció que Marvel había elegido a Chloé Zhao para dirigir Eternals, una realizadora de cine independiente que estaba empezando a dar mucho que hablar con su último trabajo, Nomadland (eso fue antes de que ganase el Oscar a la mejor dirección, entre otros muchos premios), estaba por ver si era uno de esos movimientos publicitarios en los que un autor de prestigio firma otra película prefabricada en el que apenas tienen margen de maniobra o si de verdad el MCU aspiraba a un film arriesgado y con señas diferenciales con el resto de sus películas.
Afortunadamente,
el tiempo ha demostrado que se trataba de lo segundo, y si bien no sería del
todo justo hablar de una película única y rompedora, es, desde luego, la más
alejada de la fórmula habitual de películas Marvel
que poblaban su Universo superheróico.
Narrando
una ambiciosa (pero muy accesible) mitología de la que hasta ahora solo
habíamos tenido ligeros apuntes, Eternals
cuenta la historia de una raza cercana a la divinidad, llamada Eternos, que a
lo largo de miles de años ha seguido las instrucciones de sus creadores, los
Celestiales, se encargaban de proteger a los terrestres de una tercera raza,
los Desviantes.
Una
de las cosas que define a Eternals es
su condición de coral, consiguiendo Chloé Zhao tener tiempo suficiente para dar
entidad a cada uno de ellos. No es habitual, ya no en Marvel sino en cualquier película con aspiraciones a blockbuster, tener un tratamiento
profundo de los personajes, y solo por eso Eternals
ya merece una distinción especial.
Pero
empezaba hablando de Chloé Zhao, y su huella se ve reflejada en la película en
la composición de sus imágenes, más cercana al cine de Terrence Malick que de
un film de superhéroes del montón. Por eso muchos han querido ver en Eternals
un reflejo de La Liga de la Justicia de Zack Snyder, pudiendo asegurarse que
representa lo que aquella quiso ser pero no lo consiguió por el batiburrillo de
su argumento.
Pese
a las diversas menciones al Universo Marvel, tales como el lapso provocado por
el chasquido de Thanos o la pérdida de Iron man o el Capitán América, esta es
también la película más independiente de la franquicia, no teniendo más
vínculos con el MCU hasta llegar a
las dos escenas postcréditos que, de nuevo, dejan los dientes largos ante lo
que está por llegar a lo largo de esta Fase Cuatro o incluso Cinco.
Con
un reparto de campanillas en la que destacan nombres ilustres como Angelina
Jolie, Salma Hayeck, Richard Madden o
Kit Harington, es Gemma Chan quien sobresale con su magnetismo y personalidad.
Eternals
es una película relativamente larga (más de dos horas y media), pero que no
llega a aburrir en ningún momento, sabiendo esquivar los temidos valles
argumentales pese a su carácter reflexivo e intimista. Cierto es que abundan
los momentos de diálogos y los planos de atardeceres, remarcando la
espiritualidad que reflejan estos Dioses modernos (y fuentes de inspiración de
mitologías actuales, desde supuestas deidades mesopotámicas o griegas hasta
personajes de comic de la editorial DC),
pero eso no significa que la película carezca de las necesarias escenas de
acción que, si bien en proporción a la duración del film podrían parecer
menores que en otras películas del MCU,
contienen una espectacularidad fuera de toda duda, evitando además caer en el
exceso desproporcionado de otros clímax finales.
No
quiero dejar de mencionar (por mucho que me duela dar voz a los tontos) la
ridícula polémica que ha suscitado el film por la incursión de un personaje
homosexual en sus filas. La realidad es que la película aboga por la
integración y la diversidad, haciéndolo de una manera muy natural que no se
siente para nada forzada y que corresponde más a la normalización que se debe
hacer como reflejo de la sociedad actual que al simple postureo. Por eso,
aplaudo especialmente a Disney no por
la valentía del acto en sí sino por la negativa a censurar algunas escenas para
permitir el estreno en países dirigidos por tipos de encefalograma plano. A
veces, el dinero no lo es todo, cosa que parece sorprendente que defienda la
casa del ratón y de lo cual me alegro.
En
resumen, una magnífica película, muy criticada por aquellos que siguen
prefiriendo los productos palomiteros vacíos e insulsos, que consigue unificar
espectáculo con personalidad y que sube un peldaño la intensidad de una Fase
Cuatro del MCU que ya con Shang Chi mostró su deseo de evolucionar
pero a la que sigue faltando el espaldarazo definitivo, algo que sin duda
sucederá en el siguiente capítulo, en el que nos dejaremos de precuelas
póstumas y presentación de personajes para recuperar la grandeza de aquellos
que sobrevivieron a Endgame.
Valoración:
Ocho sobre diez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario