domingo, 11 de noviembre de 2018

BOHEMIAN RHAPSODY

Antes de comenzar a analizar Bohemian Rhapsody encuentro justo dejar claros dos pequeños detalles. Por un lado, que esta no es, realmente, una biografía de Freddie Mercury y, por extensión, de Queen, es más bien un tributo, un homenaje. Por ello, las partes más truculentas y polémicas de su historia quedan omitidas o, en el mejor de los casos, suavizadas. Es como cuando se realiza un disco recopilatorio de un grupo, en el que se pueden disfrutar los grandes éxitos, pero se obvian intencionadamente las canciones más fallidas. Por otro lado, conviene señalar que Queen es uno de mis grupos preferidos, y que creo que no ha habido en la historia un cantante con mejores aptitudes que Mercury, lo cual hace que me sea imposible ser totalmente objetivo al hablar de una película que está repleta de temas tan grandiosos como We Will rock you, I want to break freeRadio Ga GaWe are the champios o la propia Bohemian Rhapsody, entre muchos otros. Es por eso que, una película que quizá merecería una puntuación de seis sobre diez sube al siete, por el puro disfrute auditivo que proporciona.
Analizada como película, tiene todos los defectos y virtudes que cualquier aparente biopic al uso, más cuando algunos de los protagonistas siguen vivos (de hecho, Bryan May y Roger Taylor están acreditados como productores ejecutivos musicales, con lo que seguramente alguna voz tendrían en el propio guion). No obstante, a pesar de lo dicho con anterioridad, encuentro bien la propuesta de no regodearse en la oscuridad de Mercury y centrarse en otros aspectos de su figura. No porque su oscuridad no sea importante para el desarrollo de su historia (de hecho, está presente en la película, pero edulcorada y muy suavizada), sino porque lo que cuenta aquí es el Mercury artista, centrando Bryan Singer (o quienquiera que ha filmado la película) la biografía en aquello que realmente afecto al protagonista con respecto a su relación con el grupo (su verdadera familia). Por eso, el guion que firman Anthony McCarten y Peter Morgan se ha tomado ciertas licencias y ligeros bailes de fechas que confirman la teoría de que esto no es una biografía enciclopédica, sino una historia sobre como un humilde aspirante a cantante de origen indio ha llegado a ser el más grande de todos los tiempos y como la leyenda de su voz ha logrado imponerse a los mitos sobre su conducta sexual o su ego disparatado, permitiéndose la película incluso elucubrar sobre la figura de un “villano” que redencione, en cierto sentido, al propio Mercury.
Siendo más académicos, hay algo en el ritmo de la película que rechina ligeramente, como si en ocasiones la narración avanzara a trompicones. Podría aventurarme a que eso es un problema en la sala de montaje debido a los cambios en la dirección de la película, cuya concepción fue mucho más problemática que las discusiones internas entre los miembros de Queen a la hora de crear un disco. El primer director en quien se pensó para el film, Dexter Fletcher, fue descartado a punto ya de empezar el rodaje por diferencias creativas (la misma excusa que se usó para sustituir al actor previsto inicialmente, Sacha Baron Cohen, lo que sin duda habría dado lugar a una película completamente diferente). Su sustituto fue Bryan Singer, padre espiritual de la franquicia mutante de Marvel y realizador que tras su prometedor debut en el mundo del cine (Sospechosos habituales y Verano de corrupción) sus trabajos lejos de los X-men ha llegado a grandes decepciones, ya sea de público (Valkiria), de critica (Superman Returns) o de ambos (Jack el Cazagigantes). Siempre bajo el foco de la sospecha por supuestos abusos a menores, sus ausencias en el plató de rodaje empezaron a ser tan continuadas que se asegura que el director de fotografía Newton Thomas fue quien rodó gran parte del film hasta que fue definitivamente despedido y reemplazado por el inicialmente propuesto Dexter Fletcher. Resulta prácticamente imposible que todo esto no afecte al ritmo narrativo de un film, como los seguidores de DC podrán confirmar tras el desastre de Liga de la Justicia. No obstante, gracias a que las canciones actúan como hilo conductor de Bohemian Rhapsody y el buen trabajo interpretativo (sobresaliente Rami Malek como Mercury) y de maquillaje, la película ha logrado llegar a buen puerto y resultar un pasatiempo muy disfrutable y una aproximación (aunque no completamente fiel) a la personalidad de Mercury, haciendo especial hincapié en la bonita historia de amor incondicional que tuvo con Mary Austin. Por cierto, muy bueno el trabajo de Malek, más allá de su caracterización, a la hora de imitar los gestos y movimientos del divo.
Naturalmente, como fan de Queen lamento los huecos que hay en la historia, como las participaciones de la banda en el mundo del cine (como la banda sonora de Flash Gordon, mayoritariamente instrumental, o la de Los Inmortales, base principal del álbum A kind of magic) o que no se llegue a narrar la colaboración y amistad del cantante con Montserrat Caballé, que dio fruto al disco Barcelona y a la canción que daba identidad a los Juegos Olímpicos del 92, pero para eso se habría necesitado, posiblemente, una película de más de cuatro horas, y eso no sé si sería del agrado de muchos espectadores. Del mío, sí.
Finalmente, y sin que sea ello responsabilidad directa del film, me gustaría aprovechar para mostrar mi descontento con la distribuidora por su decisión (extraña en este tipo de películas) de no acompañar con subtítulos las canciones de la película, lo que habría ayudado a terminar de comprender mejor la simbiosis entre la vida del cantante y su obra).
En resumen, Bohemian Rhapsody es una interesante película que, en el fondo, no difiere a la de otras biografías de artistas del rock, con su ascenso a la gloria desde la nada, su caída a los infiernos y su redención final. Una puesta en escena muy correcta y las buenas interpretaciones hacen de este retrato de Freddie Mercury una obra indispensable para sus seguidores y que, como poco, deleitará a todos por su música.

Valoración: Siete sobre diez.

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