sábado, 24 de noviembre de 2018

MALOS TIEMPOS EN EL ROYALE

Después de explotar cabezas y volver loco al todo el mundillo friki con la obra de culto inmediato que fue La cabaña en el bosque, el director Drew Goddard presenta su nueva películaMalos tiempos en El Royale, un film que, aún huyendo conscientemente de la sombra de su anterior película, guarda muchos elementos en común con aquella.

Malos tiempos en El Royale es una historia más coral, con una serie de personajes sin relación entre ellos cuyas vidas se entrecruzan en un hotel en sus horas más bajas en la frontera entre California y Nevada. Con ese sencillo punto de partida, la espiral de violencia y confrontaciones que se irá sucediendo con ellos podría parecer un espejo del cine de Tarantino (se podrían encontrar ciertas similitudes entre esto y Los odiosos ocho), pero lo que pierde Goddard con respecto a Tarantino en diálogos ingeniosos y rotundos lo gana en una puesta en escena más efectiva y que, sin negar a las influencias de las que bebe, no se basa tanto en la fotocopia como el autor de Knoxville.
Malos tiempos en El Royale es, en realidad, un homenaje al cine denominado “noir”, con sus personajes oscuros y llenos de secretos, su femme fatalle y su banda sonora setentera incluida. La película se basa en el juego de equívocos y giros de guion alrededor de lo que cada uno de ellos (y el propio hotel, utilizado como un personaje más, personificado en la figura del conserje) esconde, conformando una comedia negra muy hiriente sazonada, además, con retazos de realidad social propia de la época tales como la turbia y conspiranoia política del gobierno americano, las sectas religiosas, las secuelas de la guerra de Vietnam…
Goddard se copia a sí mismo manteniendo una estructura similar a la de La cabaña en el bosque, logrando mantener casi todo el rato una escasez de escenarios que, sin embargo, no otorgan al film en ningún momento un aspecto teatral, acudiendo incluso a la figura de un secundario de lujo que ya estuvo en aquella, como es Chris Hemsworth (que sigue demostrando lo bueno que es autopariodiándose, encontrando vida más allá de Thor), y desvelando nuevos horizontes en el tramo final del film. Sin embargo, no todo es perfecto en Malos tiempos en El Royale, y me temo que el exceso de duración de la película se sitúa en el lado de los apuntes negativos. Dos horas y cuarenta minutos suponen un metraje excesivo para una película de estas características y provocan que a mediados del segundo acto la historia empiece a decaer, flojeando un poco su ritmo. Es una de esas ocasiones en la que un poco de tijera no le habría venido nada mal a la historia, cuando, una vez las cartas sobre la mesa y la sensación de sorpresa constante ha desaparecido, hay un bajón evidente y preocupante.
Afortunadamente, el último acto consigue remontar y la cosa queda en simple anécdota, pero no deja de ser un ligero lastre, un peaje que es necesario pagar para disfrutar de este lugar muy cerca del infierno que es El Royale y que impiden que la película sea más redonda.
Pese a todo, el film resulta un divertimento endiablado, plagado de grandes estrellas y que logra mantener su interés durante (casi) todo su metraje. Goddard sabe siempre donde poner la cámara y los juegos temporales que fraccionan la película en pequeños capítulos le funciona perfectamente, demostrando así que el éxito de La cabaña en el bosque (que para ser justos debe ser compartido con Joss Whedon, su coguionista y productor) no fue fruto de la casualidad y que hay que seguirle muy atentamente la pista a este realizador que, en función de cómo prospere el cuerdo entre Disney y Fox, podría estar detrás de X Force, la nueva aparición por la pantalla grande de Deadpoool.

Valoración: Siete sobre diez.

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