Cuando
hace ya unos años (¡madre mía, cómo pasa el tiempo!) se anunció la venta de la
editorial Marvel a manos de la Disney, todos los aficionados al mundo del comic
nos temíamos lo peor. No tardaron en aparecer por todas partes noticias catastrofistas
sobre cómo se iban a suavizar los comics, la censura en las ya de por sí
escasas escenas de sexo y violencia… en fin, que Marvel iba a “disneysarse”.
Con
el paso del tiempo, no solo los frikis respiramos aliviados al ver que nada ha
cambiado en el mundillo de los superhéroes, sino que las tornas han sido, si
cabe, completamente cambiantes. Ha sido, finalmente, Disney quien se ha “marvelizado”
tras la unión de estos dos monstruos del ocio y, francamente, el cambio le ha
sentado de maravilla.
Ya
en la espléndida Frozen quise ver yo
la marca de lo que comento, con esa Elsa
“mutante” cuyo look recordaba a la versión más recatada de Emma Frost o la
construcción del palacio de hielo que parecía inspirado en las creaciones en
metal del mismísimo Magneto, pero en nueva película con la que la productora de
las orejas despide el año, Big hero 6,
la colisión entre los dos mundos es ya incuestionable. No es sólo una película
de superhéroes (ya me froto las manos sólo de imaginarme un hipotético
crossover con Los Increíbles), sino
que está basada ni más ni menos en un comic Marvel, por más que este hecho no
se haya publicitado apenas.
Anécdotas
aparte, Big hero 6, aun encontrándose
en las antípodas del cine “de princesas” que era Frozen, puede equipararse a esta en su tremenda calidad. Tras unos
años de desconcierto artístico, Disney parece haberse puesto las pilas (y más
le valía, sus últimas apuestas en imagen real, ya sean piratas o llaneros, eran
para echarse a llorar) y ha regresado a la magia y el brillo de antaño.
Y
es que sin renunciar a sus señas de identidad características (el drama
familiar, el sentimiento de culpa del superviviente, hacer el bien por encima
del mal, por tentador que sea lo contrario…) Big hero 6 consigue aunar con maestría la emoción de una película
de superhéroes, con peleas, persecuciones y explosiones, con el humor
tronchante que flirtea son inteligencia
entre la tragedia de sus protagonistas sin dejarse atrapar ni por un momento
por ella.
Baymax,
el gigantesco robot protagonista, es un nuevo descubrimiento, un ser entrañable
de esos que –como en los buenos tiempos de Pixar- se convertirán en clásicos al
momento, capaces de expresar mil sentimientos pese a un rostro carente de
rasgos faciales, tierno y entrañable, y –de eso va al final el negocio, no nos
engañemos- capaz de vender un montón de juguetes estas navidades y las que
siguen…
Disney
consigue, de nuevo, una película sin limitaciones de edad, una pequeña
maravilla que no solo está entre las mejores (si no la mejor) películas de
animación del año sino que podría competir sin rubor entre sus hermanas mayores
de acción real.
Big hero 6 es, podríamos decirlo así, la contrapartida de Frozen para chicos, y aunque quizá no
llegue al nivel de perfección de aquella se mantiene apenas un par de pasos por
detrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario