lunes, 8 de diciembre de 2014

OUIJA (4d10)

Recientemente, un amigo me preguntó cómo es que se hacen películas de terror tan malas, como si sus productores carecieran del más mínimo criterio o sentido común.
La respuesta es sencilla: dan dinero. Cuestan cuatro duros y, en apenas un par de días, recaudan ocho. Normalmente incluso llegan a número uno de taquilla en su primer fin de semana, aunque en la tercera hayan desaparecido totalmente del top ten. Y eso lo sabe perfectamente Michael Bay, que será mejor o peor director, pero como productor no tiene un pelo de tonto.
Ouija se engloba en esta categoría de pelis malas pero baratas a las que no conviene exigir demasiado. En realidad, era tan poco lo que yo le exigía que hasta me ha asombrado por los intencionados giros de guion que buscan sorprender y dotar a la historieta de fantasmas de turno de cierta coherencia argumental, que para los tiempos que corren para el cine de terror no es moco de pavo.
De todas formas, la cosa no da para mucho. Unos chavales jóvenes que se enfrentan al mal y bla, bla, bla… Una casa maldita que bla, bla, bla… Una persona internada en un psiquiátrico que tiene respuestas que bla, bla, bla… Nada nuevo bajo el sol. Actores del montón, sustos provocados por alteraciones musicales y tópicos a punta pala.
Si, como en mi caso, se tiene la suerte de ir a verla a un cine con la sala grande llena de adolescentes que parecen haber pisado un cine por primera vez en su vida y que saltan angustiados al primer susto, gritando histéricos y llamando por el móvil a sus padres al terminar la película para que los vengan a buscar porque no se atreven a ir andando solos hasta casa, pues al menos te permites echarte unas risas con la inocencia cinematográfica delas nuevas generaciones, que no tienen ni idea de lo que era ver sufrir de verdad a un grupito de adolescentes bajo la amenaza de las garras de Freddie, la motosierra de Letherface o el machete de Jason.
Al final, cine de entretenimiento de muy bajo nivel, inmerecedor de un aprobado pero no tan deleznable como cabría esperar (no es peor, por ejemplo, que la insulsa Annabel), que por un momento parece que podría funcionar mejor como película dramática (se plantea el tema del suicidio) que de miedo pero que pierde el control sobre si misma a medida que pretende acelerar el ritmo.
Con todo, alguna vuelta de tuerca funciona, aunque le sobra el consabido final tramposo que pretenda dejar mal cuerpo e invitar a una hipotética secuela.

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