lunes, 29 de diciembre de 2014

DIOS MÍO, ¿PERO QUÉ TE HEMOS HECHO? (7d10)

Aunque empiezo a estar ya un poco cansadito de las etiquetas de “la película francesa de más éxito del año, de la década o de la historia” que acostumbran a acompañar la mayoría de comedias provenientes del país galo, lo cierto es que ello no implica que en muchas ocasiones pueda tratarse realmente de una buena película, por más que nos la quieran vender como la panacea del séptimo arte.
Comparada también hasta la extenuación con la interesante a la par que sobrevalorada Intocable, esta comedia del realizador Philippe de Chauveron se ampara del prolífico mundo de los tópicos culturales o raciales (a imagen y semejanza de Bienvenidos al norte u Ocho apellidos vascos), arrancando con un humor políticamente incorrecto pero que se va dulcificando hasta degenerar en una comedia amable y almibarada.
Los Verneuil son un matrimonio católico de clase acomodada con cuatro hijas encantadoras sobre las que parece, a sus ojos, haber caído una maldición: una se ha casado con un judío, otra con un musulmán y la tercera con un chino. Todas sus esperanzas de tener un  matrimonio “normal” residen en la pequeña, así que cuando esta les presenta a su prometido negro el mundo se desmorona sobre ellos.
Lo que a priori podría antojarse como una sátira social, con una elevada dosis crítica contra los perjuicios y tratando de dogmatizar al espectador no lo es tanto, rehuyendo de cualquier formalismo crítico y escudándose siempre en la comedia de situación pura y dura, que no por previsible resulta menos divertida. Suavizando al máximo los posibles extremismos (el musulmán, por ejemplo, no come cerdo, pero sí cualquier otra carne aunque no sea jaral, igual que toma alcohol), resaltando que todos los “yernos inmigrantes” están bien acomodados (un abogado, un banquero y un dentista), y que todos (y todas) son guapos, inteligentes y saludables, las barreras raciales se antojan más fáciles de superar que si hablásemos de sin papeles o simplemente tipos en paro. Para compensar, el mayor acierto del film está en no centrar la discriminación en la figura carca y anticuada de los padres, sino que el conflicto puede surgir en cualquier momento entre los propios cuñados y se agrava cuando los padres del nuevo miembro de la familia, una familia africana, son también reacios a que su hijo se case con una blanca.
Con personajes muy bien construidos, que resultan entrañables y fáciles de querer, diálogos divertidos y algún toque de Slapstick, la película funciona perfectamente como entretenimiento navideño, provocando fácilmente la carcajada y rehuyendo de cualquier debate posterior que pueda derivar en conflicto.
Se trata de pasarlo bien, sin más. Y eso lo con sigue de sobras. 

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