Sin
embargo, entre esas dos últimas rodó Redención,
un drama pugilístico que ha pasado bastante desapercibido y que ha tardado casi
dos años en llegar a nuestro país. Sin embargo, puede que Redención sea, sin muchos problemas, la mejor de esas últimas películas
de Fuqua.
No
tiene Redención ni un solo ápice de
originalidad, y el guion de Kurt Sutter se inspira sin demasiados
remordimientos en los grandes títulos del género, ya sean Rocky, Toro Salvaje o Campeón. Sin embargo, la puesta en
escena es tan impecable y el ritmo narrativo tan efectivo que la película
funciona magníficamente bien, siendo capaz de sacudir los sentimientos del
espectador sin importar que este sepa de antemano todo lo que va a pasar. Tanto
es así, que a la traducción española del título (que en inglés, Southpaw, vendría a ser algo así como
Golpe de izquierda) poco le ha importado que eso de Redención sea un spoiler en toda regla de lo que ha de venir.
Fuqua
filma los combates con elegancia, transmitiendo el dolor de cada puñetazo, y
logra templar suficientemente bien el drama para provocar la lágrima sin caer
en el exceso de sentimentalismo. Para ello se ayuda notablemente en la
interpretación de sus actores protagonistas, en especial un magnífico Jake
Gyllenhaal acostumbrado a los papeles conflictivos, y un brillante Forest
Whitaker, alejado de los papeles cómodos y estereotipados de sus últimos
trabajos (La llegada o Rogue One, sin ir más lejos) y que
consigue que no nos importe lo mucho que su personaje se asemeja al de Morgan
Freeman en Millon dólar baby.
Completan
el reparto Rachel McAdams, 50 Cent, Naomie Harris y la joven Oona Laurence, a
la que muchos descubrimos en Peter y el dragón.
Redención es una película de boxeo, sí, pero va más allá y se
sustenta sobre una reflexión acerca de las malas decisiones, las consecuencias
que los actos propios pueden tener en uno mismo y en los que lo rodean y el
amor y el dolor ante la pérdida. Es por eso, más allá de que uno pueda ser más
o menos aficionado a este deporte, que la película agarra y conmueve, llegando
a agotar por momentos al espectador.
Además,
el incomprensible retraso de su estreno ha permitido que pueda estar dedicada a
un magnífico compositor como es James Horner, ya que aunque lograra finalizar
la composición de la banda sonora de Los
siete magníficos antes de su fallecimiento, esta es su verdadera despedida.
Valoración:
Siete sobre diez.
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