Que
una película de supuesta intriga y con varios giros de guion en su argumento
desvele el primero de ellos en la propia sinopsis publicada en los medios de
comunicación dice muy poco acerca de la confianza que su productora tiene en
ella.
Trataré
de no caer en ese error: Helena es una chica nacida en una nave espacial con
destino a un planeta por colonizar. Cuando un problema con el oxígeno obliga a
sus padres a abandonar la nave para que pueda sobrevivir, Clara tiene que
crecer sin más compañía que la voz metálica de su ordenador de a bordo. Pero su
vida cambiará cuando un operario intercepte la nave para solventar la avería.
Bajo
esta premisa llega esta apuesta española por el cine de ciencia ficción más
intimista y pausado. Disfrazado de thriller distópico, Órbita 9 es en el fondo una historia de amor imposible, unos Romeo
y Julieta del futuro que deberán superar muchos desafíos para lograr que su
amor prospere. Con ello, el director Hatem Khraiche renuncia casi por completo
al siempre interesante debate sobre si es aceptable el sufrimiento de uno por
el bien de muchos, en una sociedad al borde del colapso y en la que esa nueva
colonia puede ser la última esperanza.
Más
preocupado por la sensiblería romántica que por el verdadero trasfondo, Khraiche
prefiere dibujar directamente al responsable de tomar semejante decisión como
al villano de la película, liquidando cualquier debate de un plumazo y
dejándonos con una película que aspira a mucho y queda en nada.
Con
una Clara Lago que solventa con buen hacer su personaje, el film cojea más por
la parte de Álex González, al que la banda sonora no ayuda mucho tapándole la
mayoría de frases (ahora se entiende que en X-Men:
Primera Generación no llegue a decir una sola frase). Con todo, ninguno de
ellos (ni la efímera Belén Rueda, tramposo reclamo publicitario del poster)
pueden hacer nada con una historia que de tan intimista que pretende ser llega
a aburrir, pero que cuando intenta apretar un poco el acelerador es cuando más
destacan los absurdos de un guion totalmente inverosímil y esperpéntico.
Órbita
9 tiene una factura impecable, y siempre es de agradecer que una película
española asuma riesgos con la ciencia ficción, pero cuando la cosa no funciona,
no funciona.
Valoración:
Cuatro sobre diez.
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