La filmografía de Alexandre Aja es una de las más incomprensibles e incoherentes del panorama actual. Capaz d piezas de terror como Las colinas tienen ojos, gamberradas grotescas como Piraña 3D, marcianadas como Cuernos o thriller angustiantes como Infierno bajo el agua, en Oxígeno, sin abandonar en cierto modo el terror, da un nuevo giro para matar una epopeya claustrofobia que durante gran parte del metraje parece un remake lujoso ser la espléndida Buried de Rodrigo Cortés.
Una
mujer despierta en una cápsula primogénita sin saber cómo ha llegado hasta allí
ni porqué, pero con la aterradora angustia de saber que se está quedando sin
oxígeno.
En
una contra reloj aterradora, la protagonista deberá encontrar la clave para salir
de su encierro aparte de tratar de averiguar la verdad que la ha llevado hasta
allí.
Aunque
algo tramposa por recurrir a los flashbacks para salir del arcón (habría
preferido el desafío de mantener el film con la meta presencia de Mélanie
Laurent, tal y como hiciera Ryan Reynolds en la mencionada Buried), aunque logra distanciarse de ella cuando abraza más
abiertamente la ciencia ficción en uno de sus muchos giros de guion, siendo Ajá
capaz de transformar la película y hacerla evolucionar.
Así,
Oxígeno logra ser claustrofóbica y
aterradora sin caer en demasiados tópicos y logrando conectar emocionalmente
con el espectador gracias, ante todo, a un brillante trabajo de Laurent. Cierto
es que algunos podrán criticar ciertas decisiones argumentales que no conviene
revelar antes de tiempo, pero por lo que a mi respecta, Aja logra tocar las
teclas adecuadas, siendo su regreso al cine francés, de la mano de Netflix, todo un acierto.
Valoración:
Siete sobre diez.
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