miércoles, 16 de junio de 2021

Cine: CRUELLA

Como ya me he quejado amargamente en multitud de ocasiones, Disney parece haber perdido mayoritariamente su inspiración y, ante los fracasos estrepitosos de sus pocos productos originales (ahí están las deficientes Un pliegue en el tiempo o Artemis Fowl para demostrarlo), se están limitando a convertir en imagen real sus grandes clásicos de la animación. Para ello, han optado por dos vías diferentes: fotocopiar descaradamente al original, caso de El libro de la Selva, El Rey León, Aladdin, Mulan, etc. con diferencias sutiles pero mayoritariamente irrelevantes (y que en muchos casos incluso pierden en comparación con la película madre), o reimaginando a modo precuela lo que habría sucedido antes de los acontecimientos ya conocido, poniendo hincapié, al menos hasta ahora, en las villanas. Ya lo hicieron con relativo tino en Maléfica (secuela incluida), donde justificaban y redimían incluso a la antaño malvada madrastra de La Bella Durmiente, y es turno ahora de la pérfida Cruella Devil de 101 dálmatas.

Más allá de las consideraciones a tener en cuenta por esta manía de humanizar villanos, el gran mérito de Cruella es que es capaz de alzar el vuelo por sí sola, sin nacer ya como rémora de la película de los perretes, con la que ni siquiera tiene tanta conexión como cabría suponer. De hecho, el anuncio de que ya están trabajando en una secuela pueda venir del hecho de que la tal Cruella, al término del presente film, no está todavía, ni mucho menos, en el mismo nivel que la encontrábamos en 101 dálmatas.

No es Cruella una película de grandes excelencias, quizá debido a la carencia de un director de más brío narrativo. Hay momentos del film en lo que uno imagina lo que podría haber hecho aquí el Tim Burton de los buenos tiempos (no el domado por Disney para Alicia en el País de las Maravillas o Dumbo), aunque tampoco es que el trabajo de Craig Gillespie, que ya me convenció en Yo, Tonya, donde extraía lo mejor de Margot Robbie, sea ningún demérito. Es solo que se echa en falta algo más de garra en la dirección, siendo más recordadas algunas secuencias por la maravillosa colección de canciones que la acompañan que por su puesta en escena.

Cruella nos cuenta los orígenes de la villana desde su infancia, cuando su nombre real era Estella, indagando, como en las películas lideradas por Angelina Jolie, en los motivos que la llevaron a ese nivel de locura caótica en la que, vista la película, muchos han querido ver un reflejo del Joker de Todd Phillips. Sin embargo, esta antiheroína, más cercana a la Harley Quinn de Robbie que al Joker de Phoenix, se diferencia de otras propuestas similares en el detalle de que, pese a todos los sucesos aquí visto, su maldad le viene de serie. No es necesario ningún arco dramático (en este caso la muerte de su madre, con giro incluido) para justificar la existencia de Cruella, una parte oscura oculta en la mente de Estella y que se ve reflejado en la cabellera de nacimiento de dos colores.

Cruella abraza el caos, sí, pero lo hace de una manera muy aleatoria, demasiado quizá, como para estar ante un ejercicio de análisis psicológico. No es a esto a lo que quieren jugar los de Disney, que para el film, bastante más noir de lo esperado en una producción PG-13, han recurrido a múltiples referencias. La más evidente, El diablo se viste de Prada donde el personaje al que da vida con maestría Meryl Streep estaba inspirado, precisamente, en la Cruella Devil de Glenn Close de las dos películas (anteriores a esta moda del live-action actual) que ya se habían hecho con actores de carne y hueso de la versión animada de los dálmatas. Hay más reflejos, como ese aire a lo Robin Hood que tiene Cruella, líder de una alegre pandilla que, a su vez, es muy dickeniana. Y tampoco faltan, por supuesto, los desacuerdos clásicos de las grandes bandas de rock, ejemplarizadas, pongamos por caso, en Bohemian Rhapsody, cuando el éxito llega a embriagar a su líder hasta el punto de hacerle perder los papeles. Finalmente, la dualidad entre Cruella y Estella también podría estar inspirada en la Selina Klye/Catwoman de Michelle Pfeiffer en el Batman Vuelve de (todo es cíclico), precisamente, Tim Burton.

Todo esto hace pensar en que poco hay de original en Cruella. Y eso es cierto. Pero la mezcla de referencias, que en otras ocasiones podría devenir en un pastiche horrible, funciona bastante bien, haciendo que las más de dos horas de película pasen en un suspiro, alternando humor, emoción y momentos de locura muy cool en el que nada llega a desentonar en ningún momento.

Claro que todo esto podría haber sido muy diferente de no contar con dos portentos de actrices como son Emma Stone y Emma Thompson, que parecen rivalizar por ver quién consigue que su personaje resulte más protagonista que el otro y que brillan en un auténtico choque de trenes, demostrando ambas su total implicación en la propuesta.

Por todo ello, sin que haya realmente nada especialmente aplaudible en un análisis individual, el conjunto resulta ser una estupenda propuesta, más adulta de lo esperado, que sabe tomarse su tiempo para contar bien las cosas y con un epílogo que es casi una broma cruel (e incestuosa) hacia lo que está por venir.

Definitivamente, esta segunda vía tomada por Disney es mucho más inspirada que la de las meras fotocopias. Espero que tomen nota de ello, aunque tampoco albergo muchas esperanzas.

 

Valoración: Siete sobre diez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario