lunes, 12 de marzo de 2018

UN PLIEGUE EN EL TIEMPO

Hacía tiempo que Disney Studios necesitaba desesperadamente un gran éxito de taquilla, siendo posiblemente Zootrópolis el último. 
En el terreno de la imagen real, apuestas como El llanero solitario o Tomorrowland le habían acarreado grandes pérdidas y solo con secuelas insulsas como Piratas del Caribe: la maldición de Salazar o Alicia a través del espejo lograba maquillar los resultados. No es que eso fuese un gran problema para la casa madre, pues los otros estudios al amparo de Disney (Pixar, Marvel Studios y Lucasfilm) han arrasado con Coco, Black Panther y Los útimos Jedi, pero aún así la cosa empezaba a ser preocupante.
Disney necesitaba acertar en el pleno por una vez, y Un pliegue en el tiempo era una puesta arriesgada pero, a todas luces, a caballo ganador. Con unos impactantes efectos visuales, la película debía descubrir a los más pequeños un mundo nuevo lleno de fantasía e imaginación, en una peligrosa aventura por rescatar a un padre perdido y con un grupito de actores cuanto menoss carismático. ¿Qué podría salir mal?
No debería haber hecho esa pregunta, pues la respuesta es: prácticamente todo. Un pliegue en el tiempo, basada en una novela de Madeleine L'Engle, está dirigida por Ava DuVernay. Primer error. No voy a negarle a esta buena mujer sus dotes como realizadora en films de calado más serio como Selma, pero en Un pliegue en el tiempo pierde todo el control de la cámara, bien alejada de lo que debería ser un blockbuster de estas características. Con exagerados primeros planos, una cámara muy nerviosa y ángulos extraños, parece casi como si quisiera convertir este producto Disney en cine de autor, cosa que se pega de bruces con los momentos videocliperos al ritmo de cancioncillas que parecen salidas de cualquier serie de Disney Channel.
Pero lo peor de todo es la historia. No conozco el contenido del libro original, así que no puedo juzgarla como adaptación, pero lo que me aqueda claro es que el trabajo de los guionistas en esta película ha sido realmente esperpéntico. La película navega entre lo asombroso y lo ridículo, resultando cumplidora en su primera mitad pero naufragando hacia el desastre una vez supera el ecuador. Es cuando la película pierde sentido y no queda nada de la coherencia interna que uno debe exigirle a cualquier film que se precie, dando casi la sensación de que les han entrado las prisas por terminar la pelíucla y cualquier cosa sin sentido valiese. 
Cierto es que en estas historias juveniles de mundos paralelos y viajes interdimensionales (porque no esperéis aquí viajes en el tiempo) los deus ex machina deben estar a la orden del día, pero aquí toda la película completa es un deus ex machina gigantesco. Tanto es así que, pasada la primera hora de metraje, uno empieza a sospechar que se encuentra ante una película piloto cuya trama se desarrollará en supuestas continuaciones, como pasó con aquel fracaso que fue La bruja dorada, pero no, aquí todo se precipita para cerrar las tramas sin ningún orden ni concierto, dejando por el camino todo o que les molestaba y tomando directamente al espectador como idiota.
Más allá de los correctos efectos visuales, que una vez vista tampoco son la maravilla que parecía anunciar el tráiler, la película es aburrida y absurda, una tomadura de pelo que tiene todos los números para ser un nuevo fracaso para la compañía del ratón, que justifica así que siga exprimiendo al máximo a sus superhéroes y Jedi. 
Lo único que la hace mínimamente salvable es la simpatía que pueden producir los niños protagonistas, casi desconocidos (aunque Levi Miller ya protagonizó otro proyecto abocado al fracaso como fue el Pan de Joe Wright), con un trio de “señoras” a cuál más ridículas y un Chris Pine que, simplemente, pasaba por ahí. Cabe preguntarse como engañaron a Gugu Mbatha-Raw para subirse al carro de esto y si Zach Galifianakis o Michael peña habían perdido, quizá, una apuesta.
En fin, una suma tontería, sin ritmo, sin emoción y sin sentido, que provoca bostezos cuando se supone debería empezar la aventura y que funciona mejor en los diez minutos de drama estudiantil y familiar con que arranca que cuando empieza lo supuestamente divertido. O a lo mejor es que, siendo tan compleja como es y yo tan poco ducho en física cuántica, simplemente no la he entendido. Pero creo que no va a ser eso, no....
Simplemente, otro descalabro Disney.

Valoración: Tres sobre diez.

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