Tan
exitosa ha sido la colaboración entre el director Francis Lawrence y la actriz
Jennifer Lawrence tras coincidir en tres de las cuatro películas de Los Juegos del Hambre (En llamas, Sinsajo parte uno y Sinsajo parte dos) que la han ampliado más allá de la famosa franquicia, repitiendo
la jugada en Gorrión rojo.
Dirigida
a un público mucho más adulto, con escenas de sexo y violencia que
escandalizarían a los fans de las pelis de Katniss Everdeen, y giros de guion
presuntamente complicados de seguir, la película sigue la estética propia de
los films de espías, reviviendo el conflicto entre americanos y soviéticos
muchos años después del supuesto final de la Guerra Fría.
Lo
que en apariencia parecía una especie de conjunción entre la estupenda y
dinámica Atómica, interpretada por
Charlize Theron el año pasado, y el personaje de la Viuda Negra a la que da
vida Scarlett Johansson en los films de Marvel (de la que se ha anunciado ya su
película en solitario), es en realidad un thriller de intriga con bastante
menos acción de la esperada, lo que provoca que haya momentos en los que el
metraje se pueda hacer un poco plomizo, aunque en los momentos en que se pone
dura es de un salvajismo impropio de este director.
Por
contra de lo que pueda parecer, el personaje al que da vida Jennifer Lawrence
no es la típica súper espía al uso, lo que en un principio podría parecer una
ventaja, ya que otorgaría a la historia un tono más realista que las que podrían
inspirar los personajes antes mencionados, pero es tal el enrevesamiento de su trama
que esa sensación se pierde enseguida. La protagonista es una espía entrenada
más como instrumento sexual que táctico, por lo que se hace difícil creer que
ella por sí sola sea capaz de orquestar todo lo que se ve en pantalla. Eso sí,
una vez aceptada la premisa de falso realismo y si aceptamos jugar al
correcalles que el libreto de Justin Haythe, basado en la novela de Jason
Matthews, nos propone, el tramo final supone un interesante entretenimiento,
repleto de sorpresas y piruetas argumentales.
Joel
Edgerton es un excelente actor que siempre compone interpretaciones
interesantes, resultando efectivo como comparsa de la Lawrence, y se agradece
la participación de otros rostros ilustres para dar más empaque al asunto.
Estas presencias ayudan a digerir mejor las partes más lentas de la trama, cuyo
ritmo escapa de las manos del Lawrence director, pero se compensa gracias a la
efectividad del jeroglífico final y de la violencia (física y sexual) con que
golpea al público medio. Es bien cierto que el espectador avispado, que ya
cuente de entrada con las trampas propias de las películas de agentes dobles (o
incluso triples) pueda descubrir el truco antes de tiempo, pero ello no
desmerece un final que, por lo menos, es coherente con la historia y que logra
salvar el interés de la trama.
Al
final, entretenimiento rocambolesco de esos que no digieren bien segundos
visionados, cuando ya se conoce el truco, pero que para un rato de evasión
funciona moderadamente bien.
Valoración:
Seis sobre diez.
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