La
sombra de Scorsese es alargada. Tanto, que ha terminado por salpicar a nuestro
propio cine y a un director con tanta personalidad propia como es Fernando León
de Aranoa. El madrileño, posiblemente el mejor retratista de nuestra realidad
con películas como Barrio, Los lunes al sol o Princesas, ya coqueteó con el humor dramático con aroma yanqui en Un día perfecto, pero en su última
película, Loving Pablo, se entrega
totalmente al estilo más definitorio de Martin Scorsese para narrar la
historia, sobre todo la caída, de Pablo Escobar.
Con
un reparto muy nuestro a la par que muy internacional, con el matrimonio Javier
Bardem/Penélope Cruz encabezándolo, pero con apariciones de otros rostros
conocidos como el de Oscar Jaenada, Loving
Pablo sigue a pies juntillas las directrices de esas películas
autobiográficas que tan de moda están a raíz de El lobo de Wall Street y que ha tenido en Yo, Tonya el último referente. Violenta y desagradable como la
historia demanda, con voz en off narrativa, miradas a cámara de Penélope Cruz y
un sinfín de canciones acompañando a los protagonistas, Loving Pablo podría ser la última pieza del puzle que el mundo
audiovisual parece querer dedicar al narcotraficante más popular de la
historia. Puesto de moda gracias a la serie de Netflix Narcos, últimamente hemos visto apariciones del personaje en
títulos como la serie El Patrón del mal
y la película Escobar: Paraíso perdido,
aparte de tener importancia crucial de forma más o menos directa en Barry Seal o El infiltrado.
La
“burbuja” de Pablo Escobar se culmina con este retrato que León de Aranoa hace
sobre su etapa más poderosa y su decadencia, siempre visto a través de los ojos
de su amante, la periodista Virginia Vallejo. Como el propio Javier Bardem ha
explicado en los actos promocionales del film, lo que se pretendía es retratar
al verdadero Escobar, el asesino cruel y déspota, lejos de las etiquetas de
héroe del pueblo que en algún momento se le pudieran adjudicar. Y en ese
aspecto, gracias al excelente trabajo del actor y a una convincente
caracterización, la película cumple con creces. Recorriendo más de diez años en
la vida de los dos personajes protagonistas, la película funciona como metáfora
sobre el poder y la corrupción, no solo en manos del sanguinario narco, sino también
de las altas esferas políticas a las que la llegada de dinero en generosas
cantidades les invita a mirar hacia otro lado.
El
principal problema de Loving Pablo
radica en que, pese al conocimiento que se pueda tener o no sobre la figura de
Virginia Vallejo, realmente quedaba poco por contar sobre el propio Escobar, de
manera que todo lo que se ve en pantalla suena ya a algo visto con
anterioridad, por más que tanto las escenas de acción como los momentos de
comedia (sátira, más bien) funcionen a la perfección.
Así
pues, Loving Pablo es una película
que interesará a aquellos que se acerquen por primera vez a la figura de Pablo
Escobar, pero que resultará algo repetitiva a quienes sean fans de las dos
primeras temporadas de Narcos, donde
había mucho más tiempo para indagar en las estrecheces de la figura del
protagonista.
Obviando
esto, la película cumple con creces su cometido y es un retrato de una época y
un hombre de gran solvencia y poderoso empaque visual, que sin duda dejará con
ganas de más ansia de conocimiento a aquellos que desconozcan la serie,
permitiendo que ambos productos se retroalimenten mutuamente.
Valoración: Siete sobre diez.
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