martes, 20 de marzo de 2018

LA TRIBU

Fernando Colomo, clásico director de comedias al que teníamos la vista perdida desde su Isla bonita del 2015, la cual pasó relativamente desapercibida por las salas comerciales, recupera el cine más comercial ficcionando la historia real de un grupo de mujeres que, bajo el nombre de “Las mamis” revolucionaron Badalona y llevaron su pasión por el baile hasta llegar a participar en el programa Got Talent.
Para ello, ha contado con la participación de una de las parejas cómicas más celebradas de la televisión de principios de siglo. En Aida, Paco León se había quedado tonto (como él mismo se definía) por culpa de las drogas, atormentando con ello a su sufrida madre, a la que daba vida Carmen Machi. En La Tribu, León y Machi vuelven a ser hijo y madre, y es un accidente con un autobús lo que “vuelve tonto” al protagonista.
Aceptada como una comedia sin más pretensiones que el simple entretenimiento, la película funciona a la perfección, resultando muy fresca y divertida y alegrando la vida con las divertidas coreografías de este grupo de Mamis que lidera Carmen Machi. Las situaciones cómicas enganchan al espectador y donde el acierto del guion flojea el carisma de los actores protagonistas lo saben ocultar.
El problema está si se aspira a tomarse algo en serio. Y no es ese un capricho personal, sino que la historia de Colomo invita a ello cuando pretende ilustrar una sátira social sobre los abusos de poder y los problemas de identidad en una sociedad donde el dinero está por encima de todo, convirtiendo a los trabajadores en simples números destinados a aumentar en capital de las empresas a las que (en el sentido más literal posible) pertenecen. Ese aire de crítica social sobrevuela en todo momento la película hasta su clímax final, donde no hay una resolución satisfactoria para el conflicto (puede que por no encontrar Colomo una respuesta creíble que no estropee el buen rollo de la actuación musical), dando la sensación de que hay un buenismo exagerado donde todo vale por el bien de la comedia.
Así que, al final, todo depende de cómo cada uno quiera ver la película. Si nos conformamos con una tontada sin tapujos, una especie de revisión de lujo del Luisma de toda la vida cambiando la periferia de Madrid (el ficticio Esperanza Sur) por la de Barcelona (Badalona), todo va bien. Si buscamos respuestas a los conflictos que el propio film nos plantea para aliviar con ello nuestras conciencias capitalistas, entonces nos hemos equivocado de película.

Valoración: Seis sobre diez.

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