Solo
Aniquilación parece salvarse de la
quema, aunque decir eso sea una gran injusticia para con la gran plataforma de
streaming. Si nos olvidamos de los títulos que vienen precedidos por una
llamativa (y efectiva) publicidad y nos entretenemos en rebuscar un poco en el
extenso catálogo podemos hallar alguna que otra pequeña gran joya.
Yo
mismo confieso que se me había pasado totalmente por alto esta Mudbound, y ni siquiera ahora, después
de que haya hecho historia con sus cuatro nominaciones al Oscar (lo que
demuestra que una vez pasada la tormenta del último Cannes hay que empezar a
tomarse a estas plataformas en serio), parece que el gran público haya
descubierto la película de Dee Rees. Afortunadamente, una de las ventajas del
streaming es que siempre se está a tiempo para recuperarlas sin temor a que las
exhibidoras las eliminen de las pantallas prematuramente, lo que me da pie para
poder hablar un poco de ella.
Sobre
el papel, Munbound puede parecer el
clásico drama racial localizado en la América sureña que hemos visto mil veces.
Y, de hecho, eso es lo que se intuye durante su primera parte del metraje,
aunque la directora juega hábilmente con el espectador gracias a ese arranque
en forma de flashforward aparentemente intemporal que invita a pensar, con el
tema de las plantaciones de algodón y la marginación de los negros, a que
estamos en la época de la esclavitud, sorprendiéndonos de inmediato cuando se
anuncia el bombardeo a Pearl Harbor. Efectivamente, los americanos se lanzaban
de cabeza a luchar contra ese fustigador de libertades que fue Hitler mientras
en su propia casa los negros seguían siendo considerados más animales que
humanos.
Mudbound arranca con la historia de los McAllan, una familia
liderada por el ambicioso Henry que compra una granja con mano de obra negra
con el propósito de iniciar una nueva vida en el campo (o en infinitas
extensiones de barro, más bien), junto a su esposa Laura, su padre Pappy, sus
dos hijas y su hermano Jamie. Sin embargo, apenas entrar los Estados Unidos en
la guerra europea el pequeño de los McAllan decide alistarse, llegando a ser un
héroe aéreo.
Mientras,
los Jackson trabajan las tierras con la esperanza de que algún día sea suyas,
un sueño muy lejano para una familia de raza negra. Hap y Florence son los
cabezas de familia que deben seguir adelante tras la marcha a la guerra de su
hijo mayor, Ronsel, que termina pilotando tanques dentro de lo que llegó a ser
conocido como Las Panteras Negras, a las órdenes del general Patton.
Mudbound es una película algo culebronesca, de rivalidades
familiares a causa de un racismo inherente a esa sociedad y unas ambiciones no siempre
correspondidas por los objetivos. Sin embargo, tras un arranque algo lento y
plomizo, necesario sin embargo para llegar a conocer bien a los protagonistas,
otros elementos como la amistad, las secuelas de la guerra o incluso el
machismo visto como algo terriblemente cotidiano en la época, van adueñándose
de la trama logrando engrandecer la película.
Es
Mudbound un film claramente antiracial,
pero, incluso contando con que su directora y guionista Dee Rees es
afroamericana, no me parece el clásico alegato en favor de los negros, sino que
se busca una mirada imparcial de una realidad histórica que fue como fue y que
como tal hemos de condenarla. No hay buenos ni malos (a nivel general, claro),
de manera que no se pretende juzgar o santificar a una raza entera. Rees
prefiere explicar su historia y dejar que sean los propios hechos los que
recalen en la conciencia del propio espectador.
Así,
pese a su alargado metraje, la película termina por cautivar y emocional, con
unos personajes bien construidos y una brillante fotografía, bien merecedora de
esa nominación al Oscar, que habría lucido de maravilla en pantalla grande.
Valoración:
Siete sobre diez.
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