Iba
a ser el gran estreno del verano, pero entre la pandemia y la poca confianza
que en Disney han demostrado tener en ella, Artemis Fowl pasará a
la historia como el primer gran estreno directo de Disney +.
Ya
desde el principio el desarrollo de la película fue complicado y pasó por
varias productoras hasta que la compañía del ratón vio un filón en la nueva
saga de novelas escritas por Eoin Colfer que por el momento va por la octava
entrega. Sin embargo, nacer ya con la etiqueta de «la nueva Harry Potter» no es
sencillo, y que el firmante del film sea un Kenneth Branagh en horas bajas
tampoco es garantía de éxito.
Ciertamente,
la película parece querer ser entre un cruce de Harry Potter con criaturas de Tolkien
y un toque tecnológico que recuerda incluso a las películas más flojas del Universo
Cinematográfico Marvel. Todo ello en una amalgama de conceptos que, incluso
argumentalmente, resulta algo torpe (se mezclan las historias de las dos
primeras novelas) y que da pie a que Branagh, que hace lo que puede por
resaltar en el aspecto visual, esté más centrado en dar a la obra un ritmo
endiablado que no llegue a aburrir nunca que a dar un mínimo de profundidad a
los personajes.
Por
eso, la película funciona como entretenimiento y puede que haga las delicias de
os más pequeños de la casa, pero se queda corta como aspirante a blockbuster,
resultando su historia insuficiente y pareciendo más el piloto de una serie
televisiva que otra cosa, no sacando partido a un presupuesto bastante holgado
y con un par de estrellas que simplemente pasaban por ahí.
Esperaba
con ganas la película (quizá porque soy de loe que, aún sabiendo que los
mejores años de Branagh han quedado atrás, sigo confiando en él), pero no sé si
por haber sido estrenada en un medio tan poco propicio para su supuesta
espectacularidad o simplemente por sus deficiencias, la cosa ha terminado por
decepcionarme bastante.
Valoración:
Cinco sobre diez.
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