Coffee & Kareem estaba llamada a ser el gran éxito de Netflix durante el confinamiento, pero que se presentase sin doblar hasta hace apenas unos días sin duda le ha restado fuerza, permitiendo que películas inferiores como Code 8 o Dangerous lies se impusieran (aunque la película del confinamiento ha sido, sin duda, Tyler Rake.
Estamos
ante la clásica comedia policíaca en la que dos enemigos naturales deben hacer
equipo para enfrentarse al villano de turno, teniendo que ser capaces de limar
sus asperezas para sobrevivir. En este caso, el equipo en cuestión está
conformado por un policía algo patán y el rebelde e inadaptado hijo de su
novia. Poli blanco, chaval negro, para más datos.
Con
Ed Helms como principal rostro reconocible, la película se beneficia de un buen
ritmo de acción, con algún giro argumental ligeramente previsible pero lo
suficientemente efectivo como para que el interés funcione, y unos momentos de
humor bastante acertados.
No
es que estemos ante una película para lanzar cohetes, pues no ofrece nada
demasiado novedoso, pero todo lo que hace lo hace bien. Mezcla géneros con un
ton o ochentero muy marcado (homenaje a Walter Hill incluido) y se esfuerza en
hacer una construcción de personajes bastante más elaborada de lo habitual.
Con
una galería de villanos muy acertada, la química entre los policías es muy
efectiva, y aunque no busca la escatología fácil tan habitual en el humor
moderno, sí sabe huir de una blancura excesiva, sobre todo en una incorrección
política digna de aplauso.
El
resumen, es que nos encontramos ante una película muy divertida, con algún que
otro momento memorable, que puede ayudar a empezar a poner ya a Helms en el
punto de mira de la comedia americana, más allá de su trilogía de Resacón en
Las Vegas.
Valoración: Siete sobre diez.
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