Llega
ya el momento de dejarse de comentarios y paja varia e ir a por los estrenos,
que de eso vive el blog. Y el primer gran estreno del año ha sido Molly’s game, el debut como director de
Aaron Sorkin.
Con
una espectacular (en todos los sentidos) Jessica Chastain, Sorkin se ha basado
en la historia real de Molly Bloom
para realizar su primera película, heredera de las señas de identidad de su
filmografía como guionista.
Molly
Bloom era una aspirante a esquiadora olímpica cuya carrera se truncó por una
lesión, pareciendo que debía conformarse con dirigir su vida por su plan B, la
abogacía. Pero el mundo de las partidas de póker se cruza en su camino y Molly
se ve seducida por la vorágine de fama, lujo y dinero que le proporciona el
organizar partidas para millonarios ludópatas hasta que la mafia rusa (y por
ende, el FBI) empiezan a oír hablar de ella.
Esta
es una muestra más de ese subgénero que tan de moda se puso a raíz de El lobo de Wall Street sobre personajes
anónimos que se enriquecen en una versión corrompida del Sueño Americano, ya
sea el caso de Barry Seal, Gold, Juego de armas, y muchas más. Sin embargo, gracias al talento de
Sorkin, la historia de Molly va más allá de una simple anécdota sobre una triunfadora
que se enriquece casi de la noche a la mañana, convirtiendo su aventura en una historia
de dolor personal, de superación y de traumas ocultos. Por ello es tan
interesante ese largo prólogo sobre la juventud de Molly como esquiadora y es
el personaje del padre (magnífico Kevin Costner) pieza clave de la película.
A
diferencia de otros guionistas reconvertidos en directores, que quizá para
centrarse más en su trabajo deciden adaptar libretos ajenos, Sorkin firma el
guion a partir de la novela autobiográfica de Molly Bloom, por lo que la
película se beneficia de esos diálogos brillantes y directos a los que nos
tiene acostumbrados, como ráfagas de ametralladora tan intensas como las
propias escenas del juego. Aun sin poderse considerar el póker un deporte, la
combinación entre el juego y el mundo empresarial recuerda en parte a Mooneyball, el último guion de Sorkin
para la gran pantalla, mientras que la puesta en escena tiene algo de La red social. Aquí también, como en
aquella película de 2010, puede que los ajenos al juego de cartas se sientan
por momentos algo desubicados, pero en realidad no importa demasiado, la
historia es siempre más importante que el fondo, y es tan convincente la
interpretación de Chastain (tan fría y distante en ocasiones como frágil en
otras, recordándome en ciertos momentos a la Elizabeth Sloane de El caso Sloane) que realmente no es imprescindible
saber más de lo justo y necesario. Cierto es que Sorkin no es David Fincher, y
por más que parezca imitarlo no alcanza a sus virtudes visuales. Aun con un
ritmo muy correcto que combina con eficacia el drama, la comedia y la intriga,
no es Molly’s game una película
completamente redonda y durante algún momento amenaza con perder algo de
fuelle, pero afortunadamente nunca llega la sangre al río y el resultado global
termina siendo sumamente agradable.
Muy
complicada en su producción debido a los secretos que se intuyen, pero no llega
a revelar (entre las identidades ocultas de los jugadores habituales parece ser
que estaban Ben Affleck, Leonardo DiCaprio o Tobey Maguire), Molly’s Game es una muy interesante
película, con un gran guion y unas interpretaciones grandiosas, que nos
devuelven, por ejemplo, al mejor Idris Elba tras sus fiascos más recientes (La Torre Oscura, La montaña entre nosotros...).
Valoración:
Siete sobre diez.
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