viernes, 12 de enero de 2018

MOLLY'S GAME

Llega ya el momento de dejarse de comentarios y paja varia e ir a por los estrenos, que de eso vive el blog. Y el primer gran estreno del año ha sido Molly’s game, el debut como director de Aaron Sorkin.
Con una espectacular (en todos los sentidos) Jessica Chastain, Sorkin se ha basado en la historia real de Molly Bloom para realizar su primera película, heredera de las señas de identidad de su filmografía como guionista.
Molly Bloom era una aspirante a esquiadora olímpica cuya carrera se truncó por una lesión, pareciendo que debía conformarse con dirigir su vida por su plan B, la abogacía. Pero el mundo de las partidas de póker se cruza en su camino y Molly se ve seducida por la vorágine de fama, lujo y dinero que le proporciona el organizar partidas para millonarios ludópatas hasta que la mafia rusa (y por ende, el FBI) empiezan a oír hablar de ella.
Esta es una muestra más de ese subgénero que tan de moda se puso a raíz de El lobo de Wall Street sobre personajes anónimos que se enriquecen en una versión corrompida del Sueño Americano, ya sea el caso de Barry Seal, Gold, Juego de armas, y muchas más. Sin embargo, gracias al talento de Sorkin, la historia de Molly va más allá de una simple anécdota sobre una triunfadora que se enriquece casi de la noche a la mañana, convirtiendo su aventura en una historia de dolor personal, de superación y de traumas ocultos. Por ello es tan interesante ese largo prólogo sobre la juventud de Molly como esquiadora y es el personaje del padre (magnífico Kevin Costner) pieza clave de la película.
A diferencia de otros guionistas reconvertidos en directores, que quizá para centrarse más en su trabajo deciden adaptar libretos ajenos, Sorkin firma el guion a partir de la novela autobiográfica de Molly Bloom, por lo que la película se beneficia de esos diálogos brillantes y directos a los que nos tiene acostumbrados, como ráfagas de ametralladora tan intensas como las propias escenas del juego. Aun sin poderse considerar el póker un deporte, la combinación entre el juego y el mundo empresarial recuerda en parte a Mooneyball, el último guion de Sorkin para la gran pantalla, mientras que la puesta en escena tiene algo de La red social. Aquí también, como en aquella película de 2010, puede que los ajenos al juego de cartas se sientan por momentos algo desubicados, pero en realidad no importa demasiado, la historia es siempre más importante que el fondo, y es tan convincente la interpretación de Chastain (tan fría y distante en ocasiones como frágil en otras, recordándome en ciertos momentos a la Elizabeth Sloane de El caso Sloane) que realmente no es imprescindible saber más de lo justo y necesario. Cierto es que Sorkin no es David Fincher, y por más que parezca imitarlo no alcanza a sus virtudes visuales. Aun con un ritmo muy correcto que combina con eficacia el drama, la comedia y la intriga, no es Molly’s game una película completamente redonda y durante algún momento amenaza con perder algo de fuelle, pero afortunadamente nunca llega la sangre al río y el resultado global termina siendo sumamente agradable.
Muy complicada en su producción debido a los secretos que se intuyen, pero no llega a revelar (entre las identidades ocultas de los jugadores habituales parece ser que estaban Ben Affleck, Leonardo DiCaprio o Tobey Maguire), Molly’s Game es una muy interesante película, con un gran guion y unas interpretaciones grandiosas, que nos devuelven, por ejemplo, al mejor Idris Elba tras sus fiascos más recientes (La Torre Oscura, La montaña entre nosotros...).

Valoración: Siete sobre diez.

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