El
14 de noviembre de 1974 una familia fue brutalmente asesinada por Ronald DeFeo,
el hijo mayor, en el 112 de Ocean Avenue, en Amityville, en el condado de
Suffolk, Nueva York. En el juicio posterior aseguró que la casa le había
ordenado que lo hiciese y el caso se popularizó a raíz del libro que Jay Anson
escribió sobre lo sucedido, El horror
vuelve a Amityville donde se narraba lo sucedido a la familia Kutz, los
siguientes propietarios de la casa maldita y donde se hablaba de casos de levitación,
posesiones, poltergeist y exorcismos.
Poco
importó que se demostrara que todo había sido un fraude. La leyenda urbana ya estaba
instalada y la película Terror en
Amityville de 1979 terminó por instaurarla en el imaginario colectivo.
Desde entonces, ha habido toda una serie de películas (he leído por ahí que
hasta dieciséis entregas, pero no me he molestado en comprobarlo), un remake y
alusiones directas en: Expediente Warren 2: el caso Enfield.
No
está muy claro si la película que llega ahora Amityville: el despertar, es una nueva continuación de la saga o un
reboot. Probablemente, debido a los problemas de producción que incluso estuvo
a punto de hacerla desaparecer sin llegar a ser estrenada, ni ellos mismos lo
supieran. El caso es que estamos ante una vuelta de tuerca a la historia, ya en
la actualidad, donde se referencian los hechos acontecidos en el 74 y, en un
curioso metalenguaje, se incluyen tanto la novela de Anson como la película
protagonizada por James Brolin. De nuevo, viva la originalidad, una familia se
instala en la casa de marras y empiezan a pasar cosas chungas, con el hijo
mayor, en coma tras un violento incidente, como eje central.
Simple,
tópica y con interpretaciones muy justas (pese a contar con una desmedida Jennifer
Jason Leigh, la misma que fue nominada al Oscar hace apenas un par de años por Los Odiosos Ocho) lideradas por Bella
Thorne, antaño cantante y actriz Disney, lo mejor que se puede decir de la
película es que no ofende. No alcanza a ser una estupidez a las que el cine de
terror nos tiene acostumbrados y aunque es muy justita le basta para ser,
posiblemente, la mejor película inspirada en Amityville después de la original
de Stuart Rosenberg. Son pocos valores para un film basado, como no, en los jumpscares,
trucos de efectismo barato y una buena caracterización del chico protagonista.
Poco más se puede decir de una película que nació como un found footage en 2012
y se deja ver sine mocionar y que, por lo menos, tiene una duración muy
ajustada.
Valoración:
Cinco sobre diez.
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