Después
de dos agotadores fines de semana en Sitges y ante la imposibilidad por motivos
laborales de dejarme caer por las salas de cines en días laborables, llega al
fin el fin de semana donde trataré re recuperar estrenos que se han quedado por
el camino.
¿Y
qué es esto de Pan? Pues,
visualmente, una absoluta maravilla. Un despliegue imaginativo que justifica la
presencia de Joe Wright como realizador
después de ver el repertorio escenográfico de Anna Karenina, donde el 3D luce espléndidamente, con un aroma muy
burtoniano en la caracterización de los villanos (esa mezcla de
piratas-payasos) y unas secuencias aéreas muy trepidantes. Pero Pan pretende ser algo más que un
conjunto de fotografías en movimiento, y es por ello que (supongo) han
contratado a un guionista y unos intérpretes para dar forma a todo ese
imaginario que Wright ha concebido para simple regocijo de su hijo. Y ahí es
donde la película fracasa, siendo absolutamente plana e insulsa, resultando
incluso aburrida con sus excesivos ciento once minutos de metraje.
Con
esta moda (¿alguien ha dicho burbuja?) tan cansina de adaptar en imagen real
cuentos clásicos que resultan inolvidables en su versión animada, los productores
de Pan han querido repetir la jugada que tan buenos resultados le dio a Maléfica tratando, en lugar de repetir
la historia, de contarnos lo sucedido antes de en el clásico de Disney basado
en la obra de J.M.Barrie.
No
es la primera aproximación en imagen real de Peter Pan (me viene a la mente Peter Pan: la gran aventura de
P.J.Hogan o la magnífica Descubriendo Nunca Jamás, de Marc
Forster, esta segunda inspirada en el momento de creación de la obra), pero
parece que por la importancia de sus realizadores o intérpretes (y dejando de
lado las múltiples secuelas para video o todo lo relacionado con Campanilla)
han convertido la historia del niño que no quería crecer en una especie de
trilogía no oficial: el Peter Pan de
Disney (al final la mejor de todas), la fallida Hook de Steven Spielberg (que podía ser una secuela con un Peter ya
adulto) y ahora la precuela, en la que se nos explica como un niño huérfano
llamado Peter Pan llega desde un Londres de postguerra hasta el país de Nunca
Jamás para enfrentarse a su destino como líder de los Niños Perdidos. El
problema es que, gustara más o menos, Maléfica
explicaba como la bruja de La Bella Durmiente pasaba de ser un hada a
convertirse en la villana de la historia, pero en el caso de Pan todas las
explicaciones exigibles en una precuela no existen. Sí, está la llegada de
Peter a Nunca Jamás, la presencia de las hadas, de Garfio e incluso de Smiegel.
Pero si alguien quiere ver como Peter y Campanilla se conocieron, por ejemplo,
como Garfio se convirtió en su enemigo mortal (aquí son amigos), el motivo por
el que Peter Pan pierde su sombra al más mínimo despiste… Da la sensación de
que todo eso ha quedado en el tintero con la pretensión (maldita ambición) de
que esto sea tan solo el principio de una saga de manera que la relación entre
Peter Pan y James Garfio (con Tigrilla como tercer elemento del triángulo). Y
los veintisiete millones recaudados en los Estados Unidos (Setenta y cinco a
nivel mundial) sobre un presupuesto de ciento cincuenta millones invitan a pensar
que esa saga nunca se prolongará más allá de esta única película que tiene el
honor de ser uno de los más estrepitosos fracasos del año a la altura de Tomorrowland o Los Cuatro Fantásticos (vaya rachita de las hermanas Mara).
Ya
el propio reparto es un claro despropósito, en el que solo se salva el joven
Levi Miller interpretando a Peter. Hugh Jackman, cuya carrera lejos de Lobezno
anda bastante perdida, roza el esperpento, con un personaje tan exagerado y
caricaturesco como fue el propio Garfio que Dustin Hoffman interpretó en Hook. Rooney Mara muestra su apatía
habitual, contagiando su mirada mustia e insípida a la grada. Garret Hedlund no
tiene nada de carisma, tratando de emular a Chris Platt en esta especie de
antihéroe simpático y socarrón que no transmite absolutamente nada. Y lo de Adeel
Akhtar como Smiegel es casi de juzgado de guardia.
La
historia es totalmente estúpida y
desdibujada, con momentos de verdadero ridículo (los piratas recibiendo a
Barbanegra a ritmo de Nirvana en una escena que recuerda demasiado al Mad Max: Fury Road de Miller), un ritmo muy
mal llevado, unos villanos e opereta (empezando por las grotescas monjas del
orfanato) y un argumento que avanza hacia ningún lado, yendo de más a menos,
limitándose a buscar la espectacularidad de la batalla final pretendiendo ser un
blockbuster veraniego más que una simple obra de un director que se dejó su personalidad
junto al talonario y cuyo talento solo se aprecia en el despliegue visual
(impresionante, eso sí) para los que no merece la pena emplear dos horas de
tiempo. Más bonito y mejor conformado está el tráiler, donde se pueden ver en un minuto lo mejor del film, y a otra cosa, mariposa.
Totalmente
prescindible.
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