viernes, 9 de octubre de 2015

REGRESIÓN (7d10)

Decía Alejandro Amenábar que, cuando se estaba inspirando para escribir el guion de esta película, algún de sus referentes era La semilla del diablo. Y precisamente con esa película de Polanski (con su traducción al español, al menos), junto con el hecho de que esté inspirada en hechos reales (cosa que se advierte al principio del film), comparte uno de los principales problemas: el título es ya de por sí un gran spoiler, una pista demasiado evidente para que, quien sepa un poco del tema, se pueda adivinar el desenlace de la historia.
Puede que la clave esté en que, tal y como comentaba sobre El desconocido, Amenábar no busque una trama de giros sorprendentes ni desconcertar demasiado al espectador, sino explicar una historia que bien podría haber sucedido realmente (está inspirada, no textualmente basada, en la realidad) apoyándose más en el drama y en la psicología de los personajes que en la simple sorpresa. Aunque tampoco esto es exacto, ya que el protagonista (un siempre excelente Ethan Hawke) apenas nos es definido a pinceladas, no permitiéndonos conocer nada de su vida que pueda ayudarnos a definirlo mejor. Así, Regresión parece más un falso film documentalista que narrativo.
¿Significa esto que Regresión sea una mala película? Ni mucho menos. La historia es interesante, el suspense está bien construido y la dirección es magnífica. También los actores están de nota, con una sufrida Emma Watson que si bien precisa de pocos registros para su personaje los representa con solvencia.
¿Dónde está, pues, el problema de la película? ¿Por qué la han criticado despiadadamente por donde quiera que haya pasado? La clave hay que buscarla en el nombre del director, ni más ni menos. Si analizamos la película simplemente por sus valores cinematográficos no sería justo tacharla de floja (me parecen alucinantes las comparaciones que han hecho con telefilmes de sobremesa de medio pelo), pues como película funciona perfectamente, incomoda y acongoja cuando lo pretende y deja una incómoda sensación de mal rollo en el cuerpo tras su visionado. Y todo esto está muy bien si la comparamos a películas como Libranos del mal o the Babadock, películas interesantes pero pequeñas en su concepción. Pero es que estamos hablando de Alejandro Amenábar. Se supone que es ya uno de los grandes, un maestro del suspense, que ha triunfado cuando ha cambiado de género (y su Oscar así lo demuestra) y que se ha atrevido a tantear las películas de gran presupuesto (y yo soy la que defiendo la arriesgada y poco convencional Ágora). Y eso le obliga a jugar en ligas mayores, teniendo que compararse con El Exorcista, La profecía o su propia Los otros. Y ahí es cuando se le pueden poner pegas al film.
Las sectas satánicas no son tema recurrente en el cine de misterios (que no de terror, como alguno podría pensar), así que es de agradecer que Amenábar nos muestre esta historia como ejemplo de algo terriblemente habitual a principios de los noventa en los Estados Unidos y que no es demasiado conocido por estos lares. Con tintes casi policíacos, la película nos describe como la joven Angela Gray denuncia ante el cura del pueblo los abusos sexuales a los que la somete su padre, el cual –para sorpresa de todos- se confiesa culpable, y la posterior investigación del detective Bruce Kenner, convencido de que hay mucho oculto tras estos abusos y descubriendo un culto satánico que llegará a poner en peligro su propia vida.
Efectiva y efectista, puede que fuerce un poco la situación, obligando al espectador a dejarse llevar y creer sin muchas preguntas lo que le están contando. Pero ello no impide que la atmosfera envolvente sea magnífica y que, si somos ajenos a los hechos reales, nos dejemos llevar por la trama hasta que las pequeñas mistas en forma de migajas que Amenábar nos ofrece nos desvelen la auténtica verdad.
Regresión es una buena película, que nadie lo dude. Simplemente, no es la mejor de Amenábar. Y tras seis años sin dirigir y con el aliciente de regresar al género en el que mejor se desenvuelve se esperaba más de él. Esto, y no otra cosa, es el gran pecado de la película. Y es injusto condenarla por las expectativas más que por su calidad.
Otro tema, del que ni Amenábar ni nadie perteneciente a la creación artística del film tienen responsabilidad alguna, es la vergonzosa campaña que algunos cines están haciendo de cobrar un euro extra “por todo el morro” para ver esta película. Es algo que se va a extender durante los primeros diez días de exhibición y que sí me invitan, no ya a recomendar no verla en cines, sino a esperar a que pasen esos días (es decir, los dos fines de semana inminentes a su estreno) para hacerlo. No sé si es una decisión tomada por los exhibidores o por la distribuidora (que curioso, es de Warner), pero esta práctica abusiva no va a hacerle ningún bien al film y no hace más que confirmar alguna de mis pataletas en forma de comentario del mes. Con decisiones como esta van a dar la razón a los que siguen diciendo que el cine es caro…

No hay comentarios:

Publicar un comentario