De
nuevo llega el fin de semana y mis quehaceres diarios me permiten regresar a
este pueblo del Garraf con más desparrame de sangre por metro cuadrado del
mundo.
Antes
de llegar se han desvelado los principales enigmas de la edición: la película
sorpresa, los títulos que compondrán las respectivas maratones finales y, lo
más importante, el resultado de la decisión del jurado. Como suele ser habitual
en un festival con tantos títulos, la mayoría de las películas premiadas no han
coincidido con las que había seleccionado para ver (aunque una de ellas, The final girls, se me escapó por
poco). The Invitation de Karyn Kusama fue la vencedora de la edición como
mejor película. The Final Girls de
Todd Strauss-Schulson ganó el premio especial del Jurado y el mejor guion. S.
Craig Zahler por Bone Tomahawk se
hizo con el premio al mejor director y los actores triunfadores fueron Pili
Grogne por Le tout nouveau testament (esa cae esta tarde) y Joel Edgerton por The
Gift. Y, finalmente, el premio del público fue para I Am a Hero de Shinsuke Sato. The
Invitation, The final girls, Bone Tomahawk y I am hero ya están anotadas en mi lista de imprescindibles para
cuando se estrenen comercialmente por estos lares.
Pero
vayamos a lo que sí he podido ver. Empezaba animada la tarde con una
minimaratón doble a cargo del director independiente Jamin Winans. Filmada en
2009, Ink es una hipnótica historia
donde el mundo de los sueños se entremezcla con la pesadilla de la realidad. Emma (Quinn Hunchar)
es una niña de ocho años cuya vida dependerá del resultado de la batalla entre
dos bandos que se enfrentan por ella en otra dimensión. Con una cuidada
fotografía y ambientación, Winans entremezcla elementos de Matrix con el mundillo de los superhéroes, pero siempre desde una
perspectiva muy intimista y un descubrimiento final muy a lo Shyamalan.
No
me convenció tanto su segunda aportación al Festival, The Frame, una paranoia que profundiza en el metalenguaje
cinematográfico con las historias paralelas de dos personajes, un delincuente
de poca monta y una paraenfermera. Un simple televisor une sus destinos, de
manera que cada uno sabe de la existencia del otro creyendo que se trata del
protagonista de una serie de televisión hasta el momento en que el aparato catódico
les permite comunicarse. Intensa y desconcertante, su conclusión es excesivamente
alargada, con un (aparente) mensaje final que a mi entender desluce la
historia. Lo curioso es que durante la última media hora Winans desaprovecha
hasta tres momentos propicios para haber concluido la película por todo lo
alto.
Y
concluye la jornada con la película sorpresa del año. Se trató de El Clan, producción hispano-argentina de
Pablo Trapero basada en la historia real de Arquímedes Puccio, un integrante de la Alianza Anticomunista
Argentina y del Movimiento Nacionalista Tacuara que entre 1982 y 1985 (los años
que se reflejan en el film) lideró una banda en la que estaban incluidos sus
propios hijos con la que secuestró y asesinó a importantes empresarios y
familiares de Buenos Aires. Podría encontrarse extraño una película de estas
características en un Festival como Sitges, pero la frialdad y el realismo con
la que se reflejan los actos de Puccio (excelente interpretación de Guillermo
Francella) invitan a pensar que a veces la historia puede dar mucho más miedo
que la mera ficción. Interesante documento fílmico (pese a que adorna algún
detalle con respecto a la historia original) cuya magnífica banda sonora ayuda
al espectador a empatizar con la obra.
Y
aquí finaliza esta penúltima jornada, amigos. Mañana toca despedirse con la
maratón en el Auditori. Cinco películas del tirón que serán comentadas por aquí
tan pronto logre reponer fuerzas. Seguimos
en contacto…
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