Entregado
en diversas ocasiones a criticar a las distribuidoras por el abuso que comenten
con total impunidad contra el espectador encareciendo, estrenando tarde y mal
sus películas, impidiendo las rebajas de precios que muchos cines proponen u ofreciendo unos doblajes tan lamentables (o
en ocasiones si ofrecerlos siquiera) que no hacen más que dar la razón a los
que defienden la V.O., toca esta vez criticar a los exhibidores, incluyendo a
aquellos a los que en ocasiones he elogiado por diferentes motivos.
Y
es que hay un temita que me está empezando a cansar un poco y sobre el que creo
que es hora de levantar la voz de una vez.
De
un tiempo a esta parte se está poniendo de moda en muchas películas incluir una
escena postcréditos al final de la misma. ¿Sabéis de lo que hablo, no? En
ocasiones se trata simplemente de una especie de epílogo que va después de los
créditos principales (aquellos que antiguamente iban al principio de la
película y que suelen ser visualmente llamativos) y antes de los créditos
finales (las típicas “letras” blancas que ascienden por la pantalla con un fondo
negro), y que se da apenas unos minutos después de la finalización del film
(argumentalmente hablando). En otros casos, la escena de marras está situada al
final de todos los créditos, justo antes de que aparezcan los nombres de los
dobladores.
Aunque
no sea una práctica exclusiva del género de los superhéroes, sí es casi una
tradición en dicho género (siendo casi imprescindible en las películas Marvel),
aunque se han puesto tan de moda que es fácil encontrarlo en producciones tan
variopintas como la última película de Peter Bogdanovich, films independientes
como Orígenes o incluso en dibujos
animados. Una veces es un simple gag final sin demasiada importancia, pero en
otras es un detalle clave para cerrar completamente la trama de la película o,
en el caso de sagas, avanzar algo de la siguiente.
¿Por
qué hacen esto las productoras? No lo sé muy bien. Quizá sea solo para
recordarnos que la película no termina hasta que terminan los créditos,
obligarnos a escuchar el trabajo del compositor de la banda sonora y dar
reconocimiento a todas las personas (en su inmensa mayoría trabajadores anónimos
y “mileuristas”) que han participado en la película (que leamos o no los
créditos ya es cosa nuestra). O puede que sea simplemente un “zas, en toda la
boca” a las cadenas de televisión que mutilan los créditos para poder colar más
publicidad o a los que piratean las películas, que habitualmente no consiguen
copiar esos finales inéditos o que, en el mejor de los casos, permanecen en su
versión original.
Recuerdo
la primera vez que me perdí una escena final. Fue en X-men: La decisión final. Salí del cine al encenderse las luces y
no fue hasta que la película salió en DVD que pude descubrir que el profesor
Xavier (o al menos su conciencia) seguía vivo.
No
puedo enfadarme, por mucho que me pueda llegar a molestar, con la gente que
tras el (aparente) fundido final se levanta y comienza a salir del cine,
hablando en voz alta e interponiéndose entre la pantalla y el proyector,
impidiéndome por lo tanto disfrutar de la banda sonora de la película como a mí
me gustaría, pero sí considero justo quejarme con rotundidad de las salas que
ignorando la existencia de esas escenas adicionales encienden las luces del
cine. ¿Cuántos frikis como yo (y qué fácil es –o era hasta hace un tiempo, al
menos- reconocer a un friki por el tiempo que permanecía sentado en su butaca
tras finalizar una película Marvel) tuvisteis
que ver el espectacular avance de Los
Vengadores al término de El Capitán
América: El primer Vengador con la imagen casi borrosa por la iluminación?
¿Pudisteis identificar sin problemas al Soldado de Invierno al final de Ant Man? ¿Os dejaron escuchar el diálogo
final entre Skynet y John Connor en Terminator:
Genesis? ¿Os sorprendió en cameo de Stan Lee en Big Hero 6?
No
voy a exigir (no puedo, más bien) que las salas de los cines permanezcan a
oscuras durante los (en ocasiones) interminables créditos finales de una
película, pudiendo resultar incluso peligroso para la mayoría de la gente a la
que le importan un pepino y se quieren ir a toda prisa de la sala (es curioso:
los que más se quejan de lo caro que es el cine son los que suelen saltarse una
pieza musical por la que también han pagado), pero creo que se debería tener
una consideración con las películas en las que hay escenas finales. No pido la
oscuridad total pero sí al menos una luz lo suficientemente tenue para poder
apreciar lo que pasa en pantalla. ¿O es que esa escena última no está incluida
en el precio?
Este
comentario va destinado a los exhibidores que constantemente se quejan de que
cada vez va menos gente a los cines:
“Señores
distribuidores: todavía quedamos unos cuantos fieles a la dulce oscuridad de
las salas que sabemos que el cine hay que disfrutarlo en pantalla grande y en
compañía de desconocidos a los que, por espacio de hora y pico, nos agermane
una película. Así que, por favor, cuídennos un poco. O si no, resultará que la
disminución de clientes no sólo será culpa de la piratería. Algo de culpa
también pueden tener ustedes. Déjennos disfrutar de la película hasta el final.
Gracias.
“
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