sábado, 26 de agosto de 2023

DE MACHIRULOS Y FEMINAZIS...

Está a punto de cumplirse una semana exacta de lo que debería haber sido un acontecimiento inolvidable, algo digno de celebrar y recordar con los años y por lo que, ¿por qué no?, presumir al salir de nuestras fronteras. Y en lugar de eso, tenemos otro episodio de vergüenza ajena, con el mundo entero mirándonos con un dedo acusador en una mano mientras con la otra tratan de ocultar una mal disimulada sonrisa de sorna.

Me refiero a todo lo del asunto Rubiales, por supuesto, pero no solo a eso. Y es que todo lo que rodea a la consecución de nuestro primer mundial de futbol femenino (repito y recalco en mayúsculas por si alguien lo había olvidado ya: MUNDIAL) me está dando mucho asco. Un Mundial que más de uno estará pensando ya que ojala no lo hubiéramos ganado. A eso estamos llegando…

Sé que mis opiniones pueden resultar polémicas y que a lo mejor me gano algún que otro enemigo con ellas, pero a estas alturas poco me importa ya. No voy a meterme, eso sí, en el charco de criticar o defender al señor Rubiales. Lo que hizo me pareció feo y su reacción más fea todavía, pero es que este hombre carga con un currículo detrás que poco nos puede sorprender ya. Por otro lado, los cambios de opinión de Jenni Hermoso tampoco me parecen muy sensatos, mientras que definir lo que pasó (muy reprobable, insisto) como agresión me parece algo exagerado. Su reacción en el momento, al menos, no tuvo punto de comparación a la cara de incredulidad y asco de Halle Berry tras la entrega del Oscar a Adrien Brody. Aquello si habría sido un escándalo de haber sucedido en esta época. Pero insisto, no quiero opinar más sobre el tema porque nadie más que la implicada sabe lo violento que le resultó o no, y cada minuto que pasa hay declaraciones o acusaciones nuevas que dan giros propios de una peli mala inspirada en Agatha Christie.

Inciso: ¿Qué pasaría si alguna jugadora de sentimientos republicanos o independentistas se hubiese sentido violentada por los efusivos abrazos no consensuados de la Reina de España? ¿Sería más o menos lo mismo?. Fin del inciso.

El caso es que, más allá del beso, todo lo que vino después del levantamiento de la copa me dio mucho asco, desde las feminazis sacando pecho por méritos ajenos hasta los machirulos que van a aprovecharse de todo esto para sacar los colores a los que de verdad luchan por la igualdad.

Me explico: lo de Rubiales pudo estar mal, muy mal, ser delito incluso. Pero, ¿había tanta prisa por condenarlo y ejecutarlo? (¿sospechas de que tiene muchos enemigos en las sombras afilándose los dientes?). En Tailandia todavía están buscando celda para Daniel Sancho y aquí ya se ha dictado veredicto. Así, tras cinco minutos hablando de deporte, todos los telediarios (cada vez más parecidos a programas del corazón) se han volcado en ondear banderas feministas y machacar al agresor, olvidando a quién deberían apuntar los focos. Casi desde el minuto uno personajes como Irene Montero han errado el tiro y han empezado a aprovecharse de la situación para colgarse una medallita a todas las mujeres y una condena a todos los hombres muy fuera de lugar. Y luego, viviendo en tiempos de un correccionismo político absurdo, han salido cientos de palmeros acusando al villano, indignados y heridos en su honor, aunque apuesto a que hasta anteayer no sabían ni quien era la Hermoso en cuestión.

Ojo, que nadie me malinterprete. Apoyo el feminismo como el que más, si es que esto se traduce en luchar por una igualdad salarial y laboral y luchar por defender unos derechos que no deberían  distinguir entre sexos, razas o religiones. Pero no el feminazimo en el que todo vale por el bien de la causa. Lo del domingo, lo miren por donde lo miren, no fue un éxito del feminismo. Fue un éxito de un equipo de fútbol (femenino en este caso) que ha ganado muy merecidamente un campeonato. Recuerdo, por si alguien lo había olvidado, que ganase quien ganase el título lo iban a levantar unas mujeres, ¿o es que las inglesas no tenían derecho a demostrar su feminismo? Otra cosa es que con el título se aproveche para dar más visibilidad al fútbol femenino y dar un paso más para echar del mundo del fútbol (por algo se empieza) a esos energúmenos que iban a los campos solo a insultar. Mucho se ha avanzado desde la época del mítico anuncio de Guaraná, ¿lo recordáis? Y aún queda camino por recorrer.

¿Y por qué me molesta que sean las mujeres y su empoderamiento quienes se estén llevando todos los méritos y elogios? Os daré once razones: Cata Coll, Ona Batlle, Irene Paredes, Laia Codina, Olga Carmona, Aitana Bonmatí, Teresa Abelleira, Jenni Hermoso, Alba Redondo, Salma Paralluelo y Mariona Caldentey. ¿Queréis más razones? Ahí van alguna más: Misa Rodríguez, Enith Salón, Ivana Sanz, Oihane Hernandez, Rocío Gálvez, Irene Guerrero, Alexia Putellas, María Pérez, Claudia Zorzona, Esther González, Eva Navarro y Athenea del Castillo. ¿Os suenan? Las once titulares y las suplentes que el domingo ganaron la copa del Mundo de Fútbol y de las que poco o nada se habla ya. Y no, no me las quiero dar de listo. Yo, como la mayoría de vosotros, no conocía a casi ninguna. Pero lo triste es que va a seguir siendo así. Era inevitable que su gloria durase un puñado de días. O hasta que a Barça y Madrid les tocase jugar sus partidos de liga, pero gracias a las feminazis y los machirulos ni siquiera eso se han podido llevar. Un día, a lo sumo, duraron las alabanzas. Los medios las han vuelto a condenar al ostracismo. Y todo por no saber disfrutar, por una vez, de una sufrida y meritoria victoria y, una vez homenajeadas como es debido, ponerse a limpiar la casa. Y entonces sí habría aplaudido a quien quisiera ejecutar a Rubiales, si es lo que al final merece.

Porque a la postre, lo que han conseguido Irene Montero y compañía, en su absurda exaltación del feminismo y la justicia, es que tras la victoria más grande de la historia de un grupo de mujeres sólo se hable de un hombre.

Y así no vamos bien.

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