viernes, 24 de marzo de 2023

NO HAY DOS SIN TRES

No lo tenía pensado, pero debido, en parte, a todos los problemas que os comente hace unos días que provocaron que haya estado durante un tiempo sin escribir prácticamente nada, una tercera novela ha cogido un puesto prioritario en mi cabeza. Y, como en el caso anterior, tiene también algo de experimento, aunque espero que esto no se note en el resultado final.

Empezaré por el principio. Tengo la inmensa fortuna de poder presumir de ser gran amigo de Carlos Abreu, director, traductor y también escritor de un puñado de novelas de carácter infantil con quien comparto además, desde hace décadas, mis inquietudes como guionista. Pues bien, el caso es que un día me propuso un curioso reto, casi como un juego: escribir una novela a cuatro manos. No sé cuál es el procedimiento habitual en estos casos, y si algún día tengo la oportunidad de hablar con Stephen King o Guillermo del Toro les preguntaré como lo hacían ellos con Peter Straub y Chuck Hogan respectivamente, pero en nuestro caso el invento consistía en escribir cada uno de nosotros uno o dos capítulos y pasárselo al siguiente sin tener ninguna regla ni pensar juntos en el futuro al que nos dirigimos. Es presumible pensar que algo así sólo puede conducir al desastre, y en cierto modo así fue, pues pocos años después y con casi doscientos cincuenta páginas ya escritas, el proyecto se abandonó.

El motivo oficial es que estábamos tocando palos muy dispares, aparte de los retrasos que teníamos en cada entrega, cosa que provocó una cierta sensación de vacío en nuestra inspiración. Sin embargo, debo asumir mi parte de culpa: pese a habernos comprometido a no pensar en el futuro de la historia no pude evitar ir siempre uno o dos capítulos por delante de lo que escribía, de manera que cada giro en su narración que me complicará las cosas era rectificado en mi turno, entorpeciendo así sus ideas. Eso terminó por agotarnos y causar cierto desánimo que provocó un abandono nunca confirmado.

Ha sido ahora, en este tiempo muerto que me he tomado, que he decidido releer todo lo escrito, y sinceramente, me ha encantado. Es cierto que hay que realizar muchas correcciones (eso es algo que ya tenía claro desde el principio del experimento), pero el conjunto final me parece no sólo coherente, sino por momentos brillante.

Comenté mis sensaciones con Carlos Abreu, con la existencia de contagiarle mi entusiasmo, pero ya era tarde. Como un matrimonio hundido que no cree en las segundas oportunidades, mi amigo desechó retomar el proyecto, animándome sin embargo a que yo terminará la obra por los dos y cediéndome todas sus aportaciones.

Y eso voy a hacer. No apropiándome de su trabajo, que de una manera u otra le reconoceré si el libro llega a ver la luz, pero esta especie de utopía inter dimensional que ya forma parte de las vidas que pululan por mi cerebro merece tener un final. Y lucharé a muerte por encontrarlo.

Magia, ciencia y amor es un potente cóctel que se da cita en esta novela que, si termina siendo tan satisfactoria como espero, podría terminar formando parte de algo más grande.

Así que ya veis, tercer proyecto que tengo en marcha (y en un estado bastante avanzado) y que podría ver la luz en breve. Esto nunc a se detiene, aunque lo pueda parecer, y el vacío editorial en que me encuentro atrapado (y que espero se solucione algún día) no basta para desanimarme y frenar mis ansias de escribir.

Así que paciencia. No estoy seguro de cuál de los tres proyectos de los que os he hablado será el primero en ser finalizado, pero ya veis que por material y ganas no será.

De una manera u otra, nos leeremos pronto. Os lo prometo.

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