miércoles, 1 de marzo de 2023

ANT-MAN Y LA AGONÍA DEL CINE COMERCIAL

Ayer al fin pude ir al cine a ver Ant-man y la Avispa: Cuantumanía, algo más tarde de lo que es habitual en mí tratándose de una propuesta Marvel. El caso es que tenía más curiosidad que verdadero interés, ya que en Marvel parecen haberse contagiado de DC con eso de las críticas extremas y hay tanto opiniones destructivas como otras que la consideran lo mejor desde End Game.

Yo, por mi parte, no quedé descontento del film y la nueva aventura de Scott y compañía me pareció simpática y entretenida, con ecos al Star Wars más clásico así como a las revistas pulp de ciencia ficción, sin que me doliesen demasiado los tan cacareados defectos en su acabado visual (M.O.D.O.K. aparte). La presencia de Michelle Pfeiffer, con mucho más metraje que en su primera participación en el MCU hacen que se le perdone cualquier cosa. Sin embargo, pese a las evidentes intenciones de recuperar el tono continuista y grandilocuente de las tres primeras fases, me falla en el film algo que no soy capaz de dilucidar. Creo que ni siquiera es algo cinematográfico, sino más bien anímico. La película no me ha emocionado e incluso por momentos me he visto presa de una extraña sensación de rutina. Y podría pensar que es cosa mía y de mis circunstancias sino fuese porque los resultados en taquilla están siendo muy paupérrimos, con un descenso en su segunda semana de escándalo, sólo comparables a los de Viuda Negra (aunque aquella se tuvo que enfrentar a su propio estreno en Disney+ y, por consiguiente, a una piratería en gran calidad).

El caso es que esto me hace preguntarme si al fin ha llegado la eternamente cacareada explosión de la burbuja del cine de superhéroes. Vale que la fase cuatro ha recibido muchos palos de la crítica por su floja calidad, pero hay que recordar que Black Panther: Wakanda Forever aspiraba a luchar por algo grande en los Oscar (se va a tener que confirmar con la categoría de mejor actriz secundaria y poco más) y tampoco hizo en taquilla los números que se esperaba de ella. Sumemos a ello el descalabro de Black Adam en la acera de enfrente y las pésimas previsiones en referencia a Shazam: la furia de los Dioses y la cosa empieza a aclararse. Y si miramos al futuro, Guardianes de la Galaxia, vol. 3 es la única esperanza, ya que los primeros para Aquaman 2 hablan de desastre épico y el futuro del universo DC que prepara Gunn y Safran es toda una incógnita.

Por ello, podemos concluir que el cine de superhéroes ha llegado a tal nivel de agotamiento que sus responsables deberían empezar a preocuparse (y eso que no he mencionado el esperpéntico universo arácnido de Sony o las pretensiones de haber un tercer reinicio para Hellboy). Las fórmula está ya muy gastada y el público ha perdido el hambre por la épica de capa y mallas y va a ser muy difícil recuperar el interés.

Sin embargo, esto nos deja otra lectura más preocupante todavía.  Y es que si dejamos de lado Avatar: el sentido del agua (que juega a otra cosa) y Maverick (un pequeño gran milagro del cine de entretenimiento), resulta que las películas más taquilleras siguen siendo de superhéroes. Es decir, que los justicieros enmascarados siguen siendo casi los únicos que logran atraer al público al cine, sólo que mucho menos que otros años. Esto nos revela una dura realidad. Y es que al final, entre la pandemia y sus secuelas, el uso y abuso de las plataformas de streaming y algún otro elemento externo, el cine, ahora de verdad, está herido de muerte. ¿Soy demasiado alarmista? Al fin y al cabo, ya se dijo lo mismo con la llegada del televisor, primero, y del video doméstico más tarde, pero eran otros tiempos, y pese a la comodidad del hogar, todo el mundo coincidía que una buena película en cinemascope se disfrutaba mil veces mejor en la oscuridad compartida de una sala de cine que en un televiso cuadrado. Pero ahora que hay toda una generación que incluso teniendo en sus propias casas un televisor 4K de cincuenta pulgadas prefiere ver sus películas y series preferidas en la ridícula pantalla de sus teléfonos móviles o, en el mejor e los casos, en el ordenador portátil, la cosa huele peor.

En fin, que con el cine en entredicho el fracaso de una película divertida y dinámica como Ant Man y la Avispa: Cuantumanía es el primer clavo de un ataúd que ahora sí parece que se pueda terminar de cerrar. Y es que Tom Cruise no va a estar eternamente ofreciéndonos tablas de salvación.

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