jueves, 15 de junio de 2023

EL MULTIVERSO DEL «CONTINARÁ»

Apenas unas pocas horas después de haber publicado mi reflexión sobre la situación actual del cine, los últimos grandes estrenos llegados de Hollywood han venido a confirmar mi teoría. Por un lado, las cifras internacionales de La Sirenita la confirman como un fracaso más para sumar en un año catastrófico (y eso que aún no hemos llegado al ecuador). Por otro, Spider-Man: cruzando el multiverso me ha dado la razón en eso de que, pese a explosión de la famosa burbuja, la falta de interés, la bajada de calidad y bla bla bla… el cine de superhéroes (y hago extensible el término a disparates hermanos, como los productos de Fast&Furious, Misión Imposible o John Wick) es (casi) el único que sigue dando algo de dinero.

El caso es que ya he podido ver la secuela de Spider-Man: un nuevo universo y, sin atreverme a decir que es la mejor película de superhéroes de todos los tiempos (para mi EndGame fue un hito que supera lo estrictamente cinematográfico), si reconozco que la he disfrutado mucho. Sólo hay dos detalles que me siembran la duda sobre si es mejor película que su antecesora: la pérdida del factor sorpresa y el exceso de hype que ya condiciona mucho su visionado. Para dictar sentencia habrá que esperar a verla de nuevo, aunque ya adelantó que es difícil que con la animación pueda llegar a emocionarme tanto como con el live action.

Pero sobre lo que quiero reflexionar hoy, más allá de realzar las muchas virtudes del film (de eso ya se están encargando en no pocas páginas y portales web), es en lo cansino que me empieza a resultar esta moda de dejar una película a medias y obligarte a esperar meses o años para conocer el desenlace. Un coito interrumpus en toda regla.

No se trata de un invento de ahora, ni mucho menos, y ya a principio de los ochenta se nos quedó cara de tontos al ver terminar El Imperio contraataca con Han Solo apresado en carbonita y los malos campando a sus anchas y Robert Zemeckis ya rodó del tirón la segunda y tercera entrega de Regreso al futuro mucho antes de que Peter Jackson se atreviera a meterse con la Tierra Media. Peor aún fue la moda de las sagas, que abusaban del «continuará» aún a riesgo de dejar las historias inconclusas. Por culpa de querer estirar el chicle demasiado estuvieron a punto de arruinar la saga de Harry Potter con una película (Las reliquias de la muerte, parte uno) tan aburrida como innecesaria, pero nos dejó sin finalizar, después de tres películas, la historia de Divergente. No por estiramiento, pero sí por la manía de extender la trama por varias películas, nos quedamos sin el desenlace de The Amazing Spider-Man y los últimos intentos de reinventar a Terminator fracasaron precisamente por no contentarse con hacer películas sueltas y pretender que todo forme parte de un universo compartido más extenso y complejo.

Pero para no extenderme más, voy a centrarme sólo en el hecho de dividir las películas en dos partes, dejándote el final ya no abierto sino directamente inconcluso. Hay casos desesperantes por la ansiedad que pueden provocar, como Los Vengadores: Infinity War que, en contra de lo que se pueda pensar, sí tiene un final. Lo que sucede es que es un final en el que, simplemente, ganan los malos. Es más un final oscuro que un simple cliffhanger. Pero hay casos mucho más sangrantes con Spider-Man: Cruzando el multiverso como último ejemplo. Lo preocupante no es que hayan algunas películas así, lo malo es que sólo en este año nos encontramos con cuatro ejemplos (como poco). Aunque la publicidad y los trailers trataron de enmascararlo, ya nos empezamos a ganar las vestiduras cuando, al principio de Dune, aparecía el subtítulo de Parte uno, cuya conclusión nos llegará en la segunda mitad de este 2023. Hemos disfrutado ya de otro final abierto con Fast&Furious X (que ya no sabemos si concluirá en la siguiente película, si será trilogía, si habrá un spin-off por medio…) y me muero de ganar por ver la primera parte de Misión Imposible: Sentencia mortal, aunque apuesto que tras su conclusión me quedaré tan roto como al finalizar la historia de Miles Morales y el multiverso arácnido.

En resumen, que mientras seguimos sumidos en el exceso superheroico que tanto molesta a Tarantino, en el frenesí multiversal y en guerras por visionados en streaming, cada vez son más los que se apuntan a eso del «continuará…», convirtiendo el cine en folletines televisivos. Una o dos veces puede tener su gracia, pero convertirlo en la nueva moda me parece ya abusivo.

En fin, que habrá que ver cómo responde la taquilla a esta especie de epidemia para poder sacar mejores conclusiones y comprobar si es un error o soy yo el equivocado. O, dicho de otra manera, continuará…

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