Después de haber asustado a
medio mundo con Insidious y de haber
asustado un poco menos con Insidious,
capítulo 2, el malasio James Wan parece haberse hartado ya definitivamente
del cine de terror (aunque su despedida momentánea será con The Conjuring 2) tras haber iniciado
también las sagas de Saw y Expediente Warren para pasarse a un cine
mucho más palomitero y (¿por qué negarlo?) de talones con más ceros, más tras
el éxito inesperado (e incluso exagerado) que ha tenido con Fast & Furious 7 (en el momento de escribir
estas líneas es la cuarta película más taquillera de la historia del cine) y
que le ha abierto las puertas al Universo cinematográfico de DC.
Es por eso que para esta
tercera (y me temo que no definitiva) entrega de la saga sólo ejerce de
productor, dejando las riendas de la dirección a su amigo Leigh Whannell, guionista
de las dos anteriores entregas.
Insidious, capítulo 3 no es en verdad el tercer episodio de la saga
(la primera estafa está en el propio título, ya ven que cosas), pues se trata
de una precuela que narra fenómenos malrolleros varios años antes de lo que
sucedía en la primera película, algo así como lo que se hizo con la propia Expediente Warren y Annabelle. Algo que suena a excusa para seguir exprimiendo la teta
de la vaca que supone el nombre de la saga en el poster pero sin tener que
pagar a actores reconocibles de la misma (que en el apartado masculino resulta
ser el mismo en ambas series, Patrick Wilson.
Si queremos jugar a buscar
coincidencias entre este Capítulo 3 y
aquella Annabelle empezaríamos por
comprobar que ambas son igual de malas, y que el ligeramente lujoso casting de
aquellas (recuerden que junto a Wilson se encontraba Rose Byrne en Insidious y Vera Farmiga en Expediente Warren) ha quedado reducido
al nombre de Dermot Mulroney que, sí, su rostro es conocidillo, pero nunca ha
llegado a despegar como estrella, siendo La
boda de mi mejor amiga lo más cerca que ha estado de la cima, y que en esta
cinta es tan soso e inexpresivo que siempre, siendo Stefanie Scott en el papel
de hija la única que se esfuerza un poquito en resultar creíble.
Quienes sí repiten son Lin Shaye
en el papel de médium y el dúo sacapuntas que forman Angus Sampson y Leigh
Whannell, con lo que resulta que el verdadero punto de interés de la película
es cómo se conocieron Elise Rainier y sus ayudantes más que la trama
terrorífica, como si verdaderamente le importara a alguien el asunto.
Insidious, capítulo tres nos cuenta como una muchacha que ha
perdido hace un año a su madre intenta contactar con ella (y digo nos cuenta
porque eso es lo que hace la película, que en su primer tercio mucho hablar y
poco enseñar) consiguiendo, en cambio, atraer hasta el mundo de los vivos a una
entidad malvada del Más Allá. A partir de aquí, lo de siempre: sustos que se
anuncian con la música estruendosa, primeros planos de bichos raros apareciendo
de la nada y tonterías así.
Lo peor de Insidiuous, capítulo 3 no es que no de
miedo (y lo poquito que te puede hacer saltar del asiento está destripado en su
tráiler) sino que su argumento es tan ridículamente estúpido que solo puede
funcionar si uno se lo plantea como una comedia. De hecho, lo que posiblemente
mejor funcione de esta pantomima son sus gags, pues su argumento no conduce a
ninguna parte y la resolución es tan anticlimática como absurda, rematándose
con uno de los planos finales más grotescos y de vergüenza ajena que he visto
nunca en una pantalla de cine y con una serie de personajes secundarios que son
presentados (la amiga, el vecino/noviete, la mujer negra) para caer luego en el
más completo de los olvidos.
Aburrida, tópica y poco
imaginativa, tiene, además, en handycap de no hacernos sufrir por su
protagonista (que empieza siendo la niña pero termina siendo Elise), pues ya
sabemos que no va a morir puesto que estaba viva en Expediente Warren (es o que tienen las precuelas, chicos, que ellas
mismas se spoilean), así que no hay más justificación para ver este truño que
pasar un rato sentadito en un lugar fresco y agradable, aunque puestos a tirar
el dinero yo os propondría acercaros antes a Mad Max, fury road, esa película que estaba llamada a ser la obra
maestra del siglo y que por lo visto no está viendo nadie.
Y si después de todo se
aventuran a verla, tengan claro que, en caso de que por la noche no consigan
dormir, no será a causa de la película.
Es cosa del calor. Se lo digo yo.
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