lunes, 29 de junio de 2015

SAN ANDRÉS (6d10)

Empecemos por resaltar que todo lo que sucede en la película es pura ficción.
Sí, es cierto que la falla de San Andrés está en constante movimiento y que, tal y como dice el personaje interpretado por Paul Giamatti, el riesgo de un gran terremoto es tan elevado que la pregunta no es si sucederá, sino cuándo sucederá. A partir de ahí, ni es posible que el suelo se agriete formando una especie de cañón como en el film, ni se prevé que pudiese alcanzar (y mucho menos superar) los nueve grados en la escala Ritcher ni es posible un tsunami con la altura que se ve en la película, por no mencionar que hoy por hoy es científicamente imposible la posibilidad de prever el terremoto.
Aclarado esto, y ya bien conscientes de que la película no va a tener un ápice de verosimilitud, hay que reconocer que la orgia destructiva que protagoniza el bueno de Dwayne Johnson es un divertimento de lo más saludable, con unos efectos visuales impactantes, un buen uso de la tecnología 3D y unos personajes secundarios que no molestan y ayudan a mantener en alto el listón de la emoción y el drama.
Johnson interpreta al piloto de un helicóptero de rescate con trágico pasado y recién separado de su mujer (más arquetípico, imposible) que se alzará como el principal héroe cuando la falla de San Andrés que recorre el estado de California en Estados Unidos y Baja California, en México, provoca una serie de devastadores terremotos que se concentrarán, sobre todo, en la ciudad de San Francisco. Aunque protagonizada de modo estelar por el antiguamente conocido como “The Rock”, la película –como buena cinta catastrofista- tiene dejes de coralidad, presentándonos en paralelo la historia de la exmujer del prota y su nuevo novio, la lucha desesperada por la supervivencia de la hija del héroe y una pareja de hermanos y el punto de vista científico que ofrecen la explicación teórica de todo lo que vamos a ver en pantalla.
Un puñado de buenos actores (ahí están, aparte de los mencionados Johnson y Giamatti, Alexandra Daddario, Carla Gugino o Ioan Gruffudd) no son suficientes para dar empaque a un guion exageradamente estúpido, donde se abusa tanto de las casualidades, del “por los pelos” y de la escasa profundidad de los personajes que el resultado final es un refrito de cosas mil veces vistas, una oda a la destrucción que sueña con emular el sello de Roland Emmerich, aunque el director canadiense Brad Peyton no ha sabido copiar la épica emotividad el germano.
No diremos, desde luego, que San Andrés pueda engañar a nadie. Cualquiera que se haya molestado en ver el tráiler o leer al menos la sinopsis antes de entrar a la sala del cine sabe perfectamente lo que se va a encontrar y puede llegar incluso a adivinar paso por paso lo que van a hacer los protagonistas sin peligro de que nadie los spoilée . La película es lo que pretende ser y no aspira a nada más que a entretener y hacer disparar los niveles de adrenalina, debiendo aceptarse con unos bajos niveles de exigencias. Se agradece, al menos, que Peyton no se ande por las ramas y gaste todos sus esfuerzos en destrucción pura y dura casi desde el primer minuto, como si fuese el primero al que las subtramas le importasen un pimiento y las mantuviera solo para rellenar (posiblemente evitando el error de Anderson en Pompeya, cuya historia de amor deslucía la impresionante –y en ese caso realista- erupción del Vesubio).
Así que sí, la película es una tontería llena de absurdeces y escenas sin sentido, que roza el ridículo en algunos casos y con algún que otro diálogo bochornoso (yo mismo me descubrí completando las frases de los protagonistas como si las conociera de antemano). Pero es que de eso va precisamente la película, de destrucción absurda y sin sentido, ridícula y bochornosa, pero muy disfrutable, una película para zambullirse en un tonel de palomitas y dejarse llevar por el amigo The Rock y sus piruetas a bordo de un helicóptero o, en la práctica, todo lo que se le tercie mientras tenga motor.
No es la peli del verano ni sentará cátedra en su género, pero para pasar un buen rato de entretenimiento funciona. Y eso es lo único que se le debe pedir.


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