lunes, 25 de abril de 2016

LOS MILAGROS DEL CIELO: Lacrimógeno drama espiritual.

Producida por la misma gente que dio pie a El cielo existe (y cuya línea argumental parece indudablemente definida), resulta increíble que este melodrama que bien podría haber sido poco más que televisivo llegue a las carteleras de nuestro país cuando tantos títulos quedan en el tintero o se estrenas casi de tapadillo.
Con semejante título, y el inevitable aviso de que todo lo que se explica en el film es real, no hay duda de por dónde van los tiros. No considero, sin embargo, que una película de clara tendencia a apoyar una ideología religiosa sea un impedimento para su disfrute. Muchos vieron grandes virtudes en el film de Bertolucci Pequeño Buda sin necesidad de comulgar con el budismo, pero el problema de Los milagros del cielo es que es una película tan intencionadamente manipuladora y excesiva que casi roza la pornografía sentimental.
Más allá de las creencias respetables de cada uno y de la credibilidad que se le pueda conceder a los hechos narrados, todo lo que la directora Patricia Riggen, quien el año pasado dirigió, entre otros, a Antonio Banderas y Mario Casas en Los 33 (título que, por el contrario, no tiene siquiera fecha de estreno en España), plasma en esta película es una manipulación descarada en una historia donde no parece existir nada más que la religión y la Fe. Y no estoy criticando esta película por pretender hablar sobre la existencia de Dios, ni mucho menos. La critico por ignorar todo lo demás. Los problemas de dinero, la aparente crisis matrimonial, las inquietudes de las niñas, el buen funcionamiento o no de la clínica veterinaria… todo es obviado para centrar los focos únicamente en la figura maternal de Jennifer Gardner  y la enfermedad incurable de su hija.
Independientemente de si esta película va a ayudar a alguien a creer en algo o no (supongo que eso dependerá de lo preconcebido que uno vaya al cine) no cabe duda que si lo que se quiere es llorar es el título adecuado. Y ahí es donde me rebelo ante una falta de sutileza tan descarada y un regocijo en el sufrimiento tan pueril que roza la indignación. Aunque reconozco que, por otro lado, me descoloca el momento humorístico protagonizado por Queen Latifah, totalmente fuera de tono con el resto del film, como si la directora hubiese conseguido colar algo de cine de verdad en un momento de despiste de los productores.
En fin, tampoco hay que regodearse tanto en las flaquezas de este telefilm inflado. Al fin y al cabo, tampoco pretende engañar a nadie, y quien acuda a verlo sabrá exactamente con lo que se va a encontrar. Eso sí, vayan bien provistos de kleenex.

Valoración: Cuatro sobre diez.

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