Se
veía venir, pero como el moribundo que se aferra a una esperanza efímera yo
inicié una huida hacia adelante, pegándome cabezazos contra la pared y
prolongando de manera absurda la agonía.
Hace
ya unos años anuncié cambios drásticos en el blog. No se trataba de un cierre,
pero casi. El cierre del cine al que estaba abonado, mi situación familiar y
mis anhelos por creerme novelista me llevaron a plantearme dejar El panda
cinéfilo, pero la cabezonería y las muestras de cariño recibida me animaron a
seguir un poco más. Ello supuso una ligera reinvención (que luego no fue para
tanto), empezando por el nombre del mismo blog. Las cosas del Panda iba a
suponer un lugar de encuentro con mis seguidores, donde tendrían cabida las
reflexiones personajes, las noticias sobre mi faceta literaria y, de vez en
cuando (sino de vez en cuando), alguna opinión de cine. Y hete aquí que se nos
vino una pandemia encima y me encontré, sin comerlo ni beberlo, con más tiempo
libre del que habría podido imaginar. Y con el estado de alarma llegó también
la explosión de Netflix, el nacimiento de Disney+ y, en general, el boom del
streaming. Y de repente el blog fue un lugar para opiniones de películas y
series más fructífero de lo que nunca había sido. El mundo al revés, se podría
decir.
Pero
las cosas siguieron cambiando. Una vida en pareja, un bebé, una tercera novela
publicada, operaciones de muñeca y demás circunstancias provocaron que el blog
dejase de ser una prioridad.
Comencé
a escribir en El panda cinéfilo a principios el 2013, coincidiendo con una
nueva etapa en mi vida, casi como una manera de obligarme a escribir, dejando
de lado las tentaciones que acosan constantemente al vago. Pero después de
todos estos años, la cosa ha dejado de ser divertida. Y sin diversión, no vale las
pena hacer según que trabajos.
De
nuevo las opiniones se estaban acumulando en la carpeta de pendientes, llegando
a preferir ver películas antiguas que estrenos por no enfrentarme al estrés de
tener que valorarla en el blog. Además, dedicar el poco tiempo libre a
actualizarlo no hacía más que quitarme tiempo para nuevos proyectos literarios
y al final, de nuevo por mi tremenda vagancia, no escribía ni una cosa ni la
otra.
Durante
las pasadas navidades tenía serias intenciones de hacer cambios en el blog para
dinamizarlo un poco, pero llegó el año nuevo y no había concretado ninguno de
esos cambios y fue el momento de plantearme seriamente bajar la persiana o, por
lo menos, soltar el acelerador y dejarlo en punto muerto. He tenido dudas, más
por nostalgia que otra cosa, pero la prueba definitiva de que hago lo correcto
es que desde que tomé la decisión hasta que por fin he encontrado el momento de
escribir estas líneas (y lo hago desde el móvil en un descanso en el trabajo,
para que veáis) han pasado casi un mes. Es la demostración de que, tanto por mi
como por la gente que me sigue, debo parar.
No
quiero decir que cierre el blog, tampoco es eso, pero voy a tratar que sea lo
que pretendía hace unos años: un lugar desde donde comunicarme con mis amigos
(trajes o visuales) sólo cuando tenga algo que decir, comentando quizá alguna
peli si decido que vale la pena y dejando de pretender ser un referente
cinéfilo (algo a lo que, de todas formas, tampoco llegué), para ser simplemente
un canal de comunicación.
Seguiré
por aquí, y espero que más pronto que tarde vuelva a informaros de los avances
de mis nuevos trabajos (ahora mismo estoy liado con dos novelas a la vez), y
seguro que tendréis que ajustar más divagaciones sobre Marvel y otras cosas que
me apasionan, pero reflexiones sobre Los anillos del poder (entretenida), La
casa del dragón (aún estoy con ella), Sky Rojo (agotada) y demás deberéis
buscarlas en otros canales que seguro lo harán mejor (o por lo menos en el
tiempo adecuado) que yo.
Gracias
a los que seguís por aquí después de estos años. No es una despedida, pero las
noches de desenfreno se han convertidos en encuentros esporádicos para un café
rápido. Si os conformais con eso, seguiremos en contacto. No puedo prometer
mucho más…
Abrí mi blog en 2005, lo bauticé con su actual nombre en 2006 pero ES CIERTO que aspiraba a un imposible, y por eso dejé el blog desde 2012 tan sólo para reseñas, críticas y cosas MUY excepcionales, fomentando mayor asiduidad a mis cuentas de facebook y twitter. Y ahí sigo.
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