Parecía
que, después de los últimos tropiezos de Pixar
con títulos bastante mediocres como Cars
2 o Monstruoss university,
simples intentos de conseguir dinero mediante la explotación de éxitos pasados
(y eso que Cars tampoco es que fuese
una gran obra, aunque vendió muchos juguetes, que es de lo que se trata en
realidad), la compañía absorbida por Disney había vuelto por el buen camino con
la sobresaliente Del revés, una de
las propuestas de animación más inteligentes y emotivas de los últimos años
(décadas, me atrevería a decir). Pero su nueva película demuestra una vez más aquello
tan popular de poderoso caballero es Don Dinero…
El viaje de Arlo no supone la continuación de ninguna obra anterior,
pero pretende aprovecharse sin disimulos del nuevo fervor jurásico que se ha
desatado entre los niños (acérquense a cualquier juguetería si no me creen). Tras
la secuela/reboot de la saga creada por Spielberg los dinosaurios vuelven a
molar y esta película nace con la clara intención de subirse al carro y
aprovecharse de la corriente provocada por otros.
No
es que El viaje de Arlo sea una
película espantosa, pero tiene un nivel simplemente medio, a la altura de cosas
olvidables como Brave (indomable) con
un guion completamente plano y unos acabados digitales magníficos en sus
paisajes pero desastrosos en la concepción de personajes. Sí, ya sé que ese
estilo cartoon que tiene Arlo es totalmente premeditado, pero ello no implica
que me consiga sacar de la película cada vez que hay un primer plano. Un muñeco
de plastilina ofrecería más realismo, y eso, en los tiempos que corren, es una
lacra demasiado grande.
La
historia es la de siempre. El bicho en cuestión es un cachorro de apatosaurus asustadizo
que debe aprender a sobrevivir por su cuenta tras la violenta muerte del padre.
Sí, el padre muere apenas empezar el film, ¿les suena de algo?
Pero
mi verdadero problema con la película es la personalidad del propio personaje.
Es Arlo un protagonista tan insoportablemente tonto y torpe que no consigue provocarme
ninguna lástima en todo el metraje, haciendo que sus continuos tropezones y caídas
por barrancos resulten agotadoras y que uno esté deseando que palme de una vez
y sea otro el protagonista de la historia. No me cae nada bien, y ni siquiera
el supuesto drama con el que arranca (tampoco es que el padre desborde
simpatía) consigue enternecerme. Algo más logrado está Spot, un cachorro humano
(sí, en esta película dinosaurios y humanos conviven, ya que el meteorito que –dicen-
causó la extinción pasó de largo sin llegar a impactar en la Tierra), en un
curioso intercambio de papeles en el que el humano es la mascota y el animal es
el ser racional.
Cuentan
que hubo muchos problemas de producción, cambio de director incluido, y que eso
dificultó mucho el rodaje, pero no me basta como excusa para una película que,
de ser de cualquier otra compañía, podría calificarse como simpática sin más
pretensiones, pero que en manos de Pixar se convierte en una decepción, una
producción totalmente fallida y cuyos aciertos humorísticos pueden contarse con
los dedos de una mano.
Una
lástima, pues por el contrario se puede apreciar el brillante esfuerzo de los
animadores para conseguir unas localizaciones espectaculares con particular
importancia del agua (dicen que uno de los elementos más difíciles de digitalizar
y que aquí roza la perfección). ¡Cómo será la cosa que hasta sus propios
creadores han sido tan autoconscientes como para realizar unos títulos de
crédito finales en los que, en lugar de buscar situaciones divertidas que
despida a los espectadores de la sala del cine con una sonrisa, han optado por
mostrar diversos planos de paisajes que, como postales con movimiento, resulta
casi imposible distinguir si son reales o dibujadas!
Justita,
justita. Y las ansias de sus productores por llenar sus arcas (más todavía)
solo consiguen empañar el buen sabor de boca que dejó Del Revés. Una verdadera lástima…
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