domingo, 13 de diciembre de 2015

EN EL CORAZÓN DEL MAR (7d10)

Pocas cosas podrían causarme más interés que ver al director Ron Howard y al actor Chris Hemsworth trabajar juntos de nuevo tras la magnífica Rush, y más si es una historia de aventura y épica con ballenas gigantes de por medio. Sin embargo, sin ser una mala película, algo parece haber fallado en la concepción de esta obra que no logra desprender el aroma de leyenda que pretendía.
Dividida en dos partes muy diferenciadas (sin contar los interludios en los que el único superviviente de la historia cuenta su versión de los hechos en modo flasback), la película narra la historia real del Essex, un ballenero que naufragó en 1920 en el Pacífico sur debido al ataque de una enorme ballena albina. La historia de ese naufragio fue la semilla que inspiró la obra Moby Dick, de Herman Melville.
Como digo, la película tiene dos partes bien diferenciadas. En la primera, nos encontramos ante una aventura marina muy en la línea de Rebelión a bordo o La tormenta perfecta  donde parece que los puntos de vista contrapuestos entre el capitán George Pollard Jr. (Benjamin Walker) y el primer oficial Owen Chase (Hemsworth) van a ser el punto de interés principal. Es aquí conde la película se torna más espectacular con las escenas de caza de ballenas y el desafío de las terribles tormentas oceánicas. En la segunda parte, la película se convierte en un relato de supervivencia, con dejes de Viven o La vida de Pi donde se describe el periplo de los náufragos por sobrevivir. Algo parecido a lo que pasaba en la interesante Invencible de Angelina Jolie, pero al revés.
El problema radica en que Howard cuenta con un reparto muy coral con el que jugar, pero al que no es capaz de sacar todo su jugo. La lucha de egos entre Pollard y Chase prácticamente desaparece junto a los restos del ballenero y el resto de los tripulantes no tienen suficiente personalidad como para que nos llegue a emocionar sus destinos más allá (por eso de ser caras reconocibles) de los interpretados por Tom Holland y Cilliam Murphy.
Más allá de eso, que impide que esta sea la gran epopeya que Howard pretende, la película es un buen entretenimiento, una aventura con aroma clásico y que, en los momentos en los que interviene el cachalote, recuerdan a un film de terror. Se desaprovecha, quizás, el gran potencial que la monstruosa criatura podría llegar a tener (y más si contamos con que se ha estrenado en 3D), pero no tenemos más remedio que conformarnos con lo que Howard ha podido o sabido hacer.
Completan el reparto Brendan Gleeson y un omnipresente Ben Whishaw (con el estreno este mismo viernes de Sufragistas y la permanencia de Spectre tendrá tres títulos en cartelera), a los que hay que añadir una brevísima aparición de nuestro Jordi Mollá.
El resultado final puede saber a poco, sí, y no voy a sacar razones de donde no las hay para defenderla, pero tampoco es de recibo apedrearla como lo está haciendo en muchos altavoces cinéfilos. Está muy lejos de ser la gran película que se prometía, pero es una buena oportunidad para conocer una aterradora historia real que fue fuente de inspiración a una de las obras cumbres del siglo XX. Conformémonos con eso.

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