Escrita
y dirigida por Miguel Ángel Lamata, Nuestrosamantes es una pequeña joyita de nuestro cine, una de esas películas que se
digieren poco a poco y que, más allá de su visionado inicial, dejan un
agradable poso en el espectador.
Definida
como una comedia romántica al uso, la película es mucho más, no siendo tan
divertida en líneas generales de lo que cabría esperar pero evitando en todo
momento la estupidez y la sal gruesa que suelen poblar muchas producciones
similares. Al contrario, Nuestros amantes
se caracteriza por unas líneas de diálogo magníficas y un juego de ajedrez
dialéctico entre unos Eduardo Noriega y Michelle Jenner que están
sensacionales.
La
premisa es muy sencilla: dos desconocidos se encuentran casualmente y se
proponen jugar mutuamente a iniciar una relación de amistad sin saber (ni
querer saber) nada uno del otro. Dos libros en blanco por escribir, que, pese a
derivar en un previsible (y obligado) final, recorrerán un camino por el que
seducirán al público con inteligencia.
En
una época en la que estamos acostumbrados a ir al cine a ver explosiones y
grandes batallas cargadas de épica, resulta reconfortante poder refugiarse de
vez en cuando en la sencillez de un film en la que una escena tan simple como
dos personas caminando y hablando por un parque de Zaragoza resulta mucho más
entretenida que las dos horas que dura Warcraft.
Lamata consigue, con su guion, que nos sintamos cómplices de la historia entre
Carlos e Irene a la vez que nos planteemos qué haríamos nosotros mismos de
encontrarnos en su situación. Y todo ello sin perder en ningún momento la
sonrisa.
Pero
por encima de todo, aparte de la buena hora y media que uno pasa durante la
proyección, el gran mérito de la película es que uno se lleva la historia
consigo a su propia casa, recuperando escenas y diálogos en el futuro, en lugar
de olvidarla apenas salir de la sala de cine.
Es
Nuestros amantes una película fresca
y dinámica, con cinco actores (no hay que olvidar las aportaciones pequeñas
pero maravillosas de Gabino Diego, Amaia Salamanca y Fele Martínez) en estado
de gracia, que te deja con ganas de más. Quizá carezca del ruido mediático de
otras producciones españolas con gigantes televisivos en sus espaldas, pero merece
la pena que se le dé una oportunidad y dejarse llevar por un cuento que, como
poco, dará un poco de luz a nuestros corazones.
Enamorémonos
de nuevo y brindemos, ¿cómo no?, por nuestros amantes.
Valoración:
Siete sobre diez.
Presuntuosa. Todos los diálogos son impostados y antinaturales para mayor gloria del guionista/director
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