Dirigida por Albert Hughes, que vuelve a ponerse tras las cámaras ocho años después de presentar El libro de Eli, Alpha es un relato de supervivencia ambientada hace 20.000 años, cuando un joven es dado por muerto por su tribu y debe recorrer un camino de dolor y sacrificio para poder regresar a su aldea.
Hasta hace bien poco, los perros eran considerados una especie diferente de la del lobo, pero las últimas investigaciones concluyen que ambas razas forman parte de una única especie, el canis lupus. Quizá influenciada por esos estudios, la película presenta la hipotética historia de como el lobo, un depredador salvaje, pasa a convertirse en el mejor amigo del hombre. Un cuento de hadas que, a poco que se reflexione, resulta del todo inverosímil y hasta ridículo, pero que durante la proyección puede llegar a convencer gracias a la puesta en escena de Hughes, que consigue realmente emocionar en su plasmación de imágenes de fantasía prehistórica.
Hasta hace bien poco, los perros eran considerados una especie diferente de la del lobo, pero las últimas investigaciones concluyen que ambas razas forman parte de una única especie, el canis lupus. Quizá influenciada por esos estudios, la película presenta la hipotética historia de como el lobo, un depredador salvaje, pasa a convertirse en el mejor amigo del hombre. Un cuento de hadas que, a poco que se reflexione, resulta del todo inverosímil y hasta ridículo, pero que durante la proyección puede llegar a convencer gracias a la puesta en escena de Hughes, que consigue realmente emocionar en su plasmación de imágenes de fantasía prehistórica.
Así, da la sensación de que más allá del planteamiento argumental, Hughes está más interesado en componer una bonita sucesión de imágenes que de contar una historia. Su película parece casi un remiendo de El viaje de Arlo y el periplo del protagonista (un deficiente Kodi Smit-McPhee) no llega a ser nunca suficientemente duro y peligroso como para atrapar el espectador con su sufrimiento, tal y como sí sucedía con el personaje de Leonardo DiCaprio en El renacido. Es precisamente Kodi Smit-McPhee una de las aportaciones más flojas del film, resultando su personaje mucho menos creíble que el del propio lobo-perro.
De manera que es preferible quedarse con la idea de que vamos a ver una película vacía pero muy bonita, donde hay quizá algún exceso digital y en la que se alternan escenas de increíble realismo (la recreación de los paisajes de la época es espectacular) con otras de irreal colorido (el plano que cierra el film, muy a lo Zack Snyder, es un buen ejemplo de ello), que insinúan un poco de postureo visual por parte del director pero que al menos hacen muy agradable el visionado de la película.
Valoración: Seis sobre diez.
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