Tras
cuatro entradas consecutivas dedicadas a películas españolas podría esperarse
cambiar algo de tercio, pero tampoco va a ser exactamente así, ya que aunque
Aprendiendo a conducir sea un film completamente anglosajón está dirigido por
nuestra Isabel Coixet, así que algo sigue quedando en casa.
No
soy un gran conocedor del cine de Coixet, el cual parece haberse desinflado en
sus últimos trabajos, y quizá este Aprendiendo a conducir no sea el mejor
ejemplo para fijarse en ella. Y no porque sea una mala película o porque no
funcione su historia, sino porque están convencional, tan alejada de alguno de
las señales de identidad de la realizadora de Sant Adrià del Besos, que
difícilmente podría definirse bajo el estigma de “una película de Coixet”.
No
es malo, sin embargo, que de vez en cuando un director de fuerte personalidad
renuncie a sus rasgos distintivos al aceptar una peli de encargo (Coixet no ha
participado en nada del guion) para realizar un buen trabajo, funcional y
carente de riesgo, que le permita coger fuerzas para futuros proyectos en los
que su involucración sea más definitoria, para bien o para mal.
Y
es que si no fuese por la fuerza que tiene el nombre de Coixet tras las
cámaras, posiblemente esta sería recordada simplemente como “la nueva peli de
Ben Kingsley”.
Treinta
y tres años después de Ghandi, el
brillante actor británico vuelve a interpretar a un indio (posiblemente sea el
intérprete que más nacionalidades diferentes ha representado en cine), en el
papel de un refugiado político afincado en Nueva York que pese a ser un hombre
de estudios debe subsistir dando clases prácticas en una autoescuela.
Por
otro lado, Patricia Clarkson (conformando el reencuentro de los dos actores y
la directora tras Elegy), interpreta
a una crítica literaria que se encuentra completamente desorientada en la vida
tras el repentino abandono de su marido.
Darwan
y Wendy, los protagonistas, son dos personajes atrapados por su pasado y
enfrentados a sus propios miedos cuyo encuentro provocará una relación de
aprendizaje mutuo. Así, las clases de conducción que toma Wendy se convierten
en realidad en una excusa para que dos personas aprendan el uno del otro,
siendo el título del film un equivalente metafórico de lo que podría haber sido
“Aprendiendo a vivir”.
Posiblemente
la historia sea algo rutinaria y, en algunos momentos, incluso tediosa, pero
ello no es suficiente para lastrar una historia simpática y que funciona
correctamente, sin que sus deliberadas gotas de sabiduría lleguen a resultar
cargantes ni rezuma una pretenciosidad trascendental excesiva. Aprendiendo a
conducir funciona como sencillo manual de autoayuda en el que la soledad
(entendida esta como el aislamiento de los que nos rodean, ya sea por razones
sentimentales, culturales o sociales) es la madre de todos los males y donde la
improbable amistad de los dos protagonistas revelará el camino a seguir.
Completan
un eficiente reparto Grace Grummer (una de las hijas de Meryl Streep), Jake
Weber (recordado sobre todo por su papel de marido de Patricia Arquette en Medium) y Sarita Choudhury (vista
recientemente en Hommeland), siendo
la propia ciudad de Nueva York un elemento determinante más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario