Dicen los más alarmistas que
estamos en una burbuja de cine de superhéroes que va a terminar explotándonos
en la cara a los más fieles seguidores del comic. Independientemente de que
pueda estar de acuerdo con ello o no (en breve, el comentario del mes sobre el
tema) lo cierto es que con tantas películas inspiradas en héroes del comic
nuestro cine no podía quedar fuera de la moda.
Dejando de lado esa cosa
llamada Capitán Trueno, las
incursiones recientes en adaptaciones del papel patrio (todas ellas de la mano
de la extinga Editorial Bruguera) han cosechado éxitos de crítica y taquilla,
tanto la tronchante versión animada de Mortadelo
y Filemón contra Jimmy el Cachondo como Zipi
y Zape y el Club de la Canica de la que ya se prepara secuela. Por tanto, y
en espera a que llegue alguna vez la eternamente anunciada Super López, no es de extrañar que Anacleto, agente secreto haya supuesto una fuerte inversión, casi
una superproducción confiada a las manos de un director tan solvente como
Javier Ruiz Caldera, realizador firmante de algunas de las más divertidas
comedias de los últimos tiempos pero que ha sabido entremezclar diversos
géneros con eficacia, desde la parodia pura de Spanish movie, la fantasía de Promoción
Fantasma o el romanticismo de Tres
bodas de más. Así que, ¿Por qué no iba a ser una comedia de acción su nueva
película?
Basada en el célebre personaje
creado por Vázquez (aprovecho para recomendar la biografía homónima del
dibujante al que dio vida Santiago Segura), Anacleto,
agente secreto cuenta las desventuras de un implacable espía al que los
años comienzan a pesarle y que, tras la fuga de prisión de su más psicótico
enemigo, deberá hacer todo lo posible para proteger la vida de su único hijo,
un desastroso vigilante de una tienda de electrodomésticos que no tiene ni la
más remota idea de a lo que se dedica su padre.
Ruiz Caldera sabe moverse como
pez en el agua en los momentos más delirantes el film, consiguiendo sacar todo
el talento interpretativo de un cómico como Berto Romero, el partenier perfecto
para Anacleto (tanto padre como hijo) así como de Alexandra Jiménez, sus dos
actores fetiches (ambos aparecen en tres de las cuatro películas del director),
resultando también muy efectivo en los momentos más adrenalíticos, con peleas
bien filmadas y perfectamente coreografiadas y sin que le tiemble el pulso ante
el mayor presupuesto de su carrera.
Pero si algo hay que destacar
de Anacleto, agente secreto, es el
trabajo de los dos protagonistas: un Imanol Arias al que casi habíamos perdido
la pista en cine (y no todo va a ser Cuéntame,
¿no?) y un Quim Gutierrez que poco a poco está convirtiéndose en un referente
indispensable de la comedia nacional. Se suele decir que Carlos Areces (que
interpreta al villano de turno) se suele comer con patatas a sus compañeros de
plano, pero en este caso tanto Imanol como Quim logran sobrevivir a este
robaescenas, consiguiendo el primero un interpretación tan estimulante que ya
hay quien lo da como favorito para los Goyas de este año.
Anacleto, agente secreto es divertida, emocionante, surrealista,
violenta, sarcástica y frenética, con efectos especiales de gran factura, no
dando respiro al espectador y ofreciendo sus buenas cuotas de sangre como si
advirtiesen de que, entre chiste y chiste, la cosa va en serio. Este James Bond
crepuscular es fiel al icono visual del tebeo, con su traje con pajarita, su
tupé (ahora blanqueado por las canas), su cigarrillo y su frase lapidaria:
Anacleto nunca falla, pero pese a ello hay algo que debo reprocharle y es que
no termino de ver reflejado al Anacleto de las historietas, mucho más torpe y
desastroso. Este Anacleto es un tipo frío, calculador y despiadado y su
violenta efectividad casa me hace pensar más en una adaptación española del
Harry Tasker que protagonizó Schwarzenegger en Mentiras Arriesgadas de James Cameron que en el compañero de
desventuras de Mortadelo y Filemón del papel, donde nuestro héroe no tenía, por
descontado, hijo alguno. Claro que a lo mejor eso se debe a que no hemos visto
aún al verdadero Anacleto, ¿no? Y cuando vean la película entenderán de lo que
hablo.
En fin, en un año plagado de
espías (Kingsman: servicio secreto, Espías, Misión Imposible: nación secreta, Operación U.N.C.L.E. y pronto Spectre,
¿y nadie habla de la burbuja del cine de espionaje?) nuestro agente más eficaz
ha querido unirse a la fiesta. Y todos los invitados lo han disfrutado.
Y digo yo: ya que estamos con
la moda esa (¡qué pesadito estoy hoy con eso de las burbujas!) de los Universos
Compartidos, cuando se haga por fin Super
López, ¿no podríamos ver juntos en pantalla a Anacleto, Mortadelo y
Filemón, Zipi y Zape y Super López? Sería la repanocha.
¡Generación Bruguera al poder!
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