De nacionalidad australiana, a merced de un batiburrillo de pequeñas y desconocidas productoras locales, I am mother es la última película que nos descubre Netflix, empeñada en ampliar hasta el infinito su catálogo con títulos de todo tipo de género y público objetivo.
En este caso, el film se mueve dentro de la ciencia ficción más intimista, llegando a recordar en estilo a Moon o (salvando las distancias por su diferencia presupuestaria) Passengers. Tras un desastre apocalíptico creado, al parecer, por las máquinas, una joven y su madre cibernética viven en soledad en el interior de una protegida base junto a una gran cantidad de embriones fecundados en espera a que sea el momento de ampliar la población humana. Pero la llegada de una mujer del exterior hará que todo cambie para la joven hija.
Dirigida por Grant Sputore sobre un guion de Michael Lloyd Green, ambos debutantes, I am mother cumple a la perfección como alegoría distópica, invitando a reflexionar sobre la soledad, el amor maternal y la naturaleza humana. El peaje a pagar por ello es, inevitablemente, un ritmo algo lento pero que no alcanza a aburrir, aunque quizá un recorte de metraje la habría beneficiado. Estamos ante una película de tan solo dos actores protagonistas de carne y hueso (aunque a la Madre del título la pone voz Rose Byrne, que no es moco de pavo), y aunque el realizador consigue que nunca se le escape la historia de las manos, rozando la obviedad en alguna ocasión pero sin reincidir en exceso en ello, y la participación de Hilary Swank es efectiva, la gran apuesta de la película es la desconocida Clara Rugaard, en quien recae todo el peso del film, no solo por ser quien mueve la acción sino por los cambios de registro que debe resistir su personaje, y es el gran trabajo de la joven lo que consigue que la película se imponga ante los pequeños defectos que se le podrían achacar.
I am mother no llega a ser una gran película, pero tiene esos alicientes propios de la ciencia ficción independiente que consigue conectar con el espectador y facilita que este empatice con la protagonista, con lo cual tiene ya de por sí ganadas mis simpatías.
Valoración: Siete sobre diez.
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