Siempre es una buena noticia saber de un estreno de Neil Jordan, aunque parece claro que los mejores años de este director pasaron hace ya mucho tiempo. Después de unos inicios interesantes con En compañía de lobos y, sobre todo, Juego de lágrimas, y dar el salto al cine más mainstream con Entrevista con el vampiro y Michael Collins, sus últimos trabajos son películas menores, casi alimenticias, alternándose con coqueteos televisivos. De hecho, su último estreno data del 2012 con la, esta sí, notable Byzantium.
Pero la celebración de tenerlo de nuevo ante un film del que además es coescritor se diluye ante la pobre propuesta del mismo, un thriller rutinario que evoca mucho a aquellas películas tan tópicas de los noventa y que se sustenta, ante todo, por su interesante reparto, con una Isabelle Huppert que, aun trabajando un poco con el piloto automático, está excelente, como siempre, bien secundada por las jóvenes Chloë Grace Moretz y Maika Monroe.
La viuda cuenta la relación entre una joven afectada por el reciente fallecimiento de su madre y una mujer madura acosada por la soledad que no tardará demasiado en tornarse algo enfermiza. Algo positivo del film es que no es nada tramposo y pone las cartas enseguida sobre la mesa, apostando más por la construcción de personajes que por la propia intriga, permitiendo así que se le perdonen los agujeros de guion que tiene. Así, como reflexión sobre la soledad y la necesidad de estar arropados por los seres queridos (ya sean reales o impuestos) es el verdadero motor de una película que tiene un buen pulso narrativo y con la que Jordan consigue mantenernos interesados durante toda la proyección, hasta que una vez finalizada, con el objetivo de entretenimiento cumplido, descubrir que no hemos visto nada nuevo ni especialmente talentoso.
En fin, película pasable, intrigante y obsesiva, pero totalmente desfasada hoy en día.
Valoración: Cinco sobre diez.
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