En
tiempos pasados, era casi obligatorio que la festividad de la Semana Santa
viniese acompañada por estrenos en cine de temática religiosa, así como de
reposiciones de grandes péplums como Los
Diez mandamientos, La Biblia, La Pasión, etc. Ahora, esa costumbre ha
ido desapareciendo poco a poco, hasta el punto que el estreno más importante
este año ha sido una cinta tan poco religiosa (o demasiado, quien sabe, que
también se habla de Dios en ella) de Batmanv Superman: el amanecer de la justicia, aunque siempre hay algún título que
mantiene la tradición.
Y
el título de este año es Resucitado,
una película tan extraña como irregular que pretende ofrecer un punto de vista
diferente sobre la resurrección de Jesucristo que ha sido comparado, por sus
propios realizadores, como una especie de C.S.I.
en tiempos de los romanos.
Efectivamente,
la película, contada desde el punto de vista de Clavius, un ambicioso centurión
cuya Fe hacia sus dioses (Marte aparte) no es demasiado fuerte, que debe
investigar la desaparición del cadáver de un nazareno al que el pueblo
considera un mesías enviado por un Dios único que desafía la religión politeísta
romana y amenaza la estabilidad social en vísperas de la visita del César.
Dirigida
por un desaparecido Kevin Reynolds, que no cabe duda de que vivió sus mejores
años hace ya demasiado tiempo, la película, de bajo presupuesto y producida por
una compañía centrada exclusivamente en relatos religiosos, tiene un cierto
aroma televisivo, una factura ligeramente pobre y una austeridad que
desconcierta en las escenas iniciales que pretenden estar cargadas de una
ligera épica.
Con
un reparto justito aunque reconocible (con Joseph Fiennes como protagonista,
aunque por ahí andan Cliff Curtis –Fear the
Walking dead- y Tom Felton –Harry Potter-,
aparte de alguna cara conocida española), la película tiene una primera mitad
ciertamente interesante, donde el misterio de la resurrección (o no) de Jesús
está planteada como un thriller policiaco, con una minuciosa investigación por
parte de Clavius que, pese a las presiones de Poncio Pilatos termina por estar
más interesado en descubrir la verdad que en complacer la conveniencia de su
superior. El problema es que hay una segunda mitad en que todo esto se va al
garete y la película cambia de rumbo totalmente, convirtiéndose en un telefilm
del montón sobre Jesús y sus apóstoles, unos apóstoles retratados como unos
hippies pasados de vueltas (tanta paz y amor resulta empalagosa) y cualquier
atisbo de originalidad desaparece, tornándose la película totalmente prescindible
e incluso aburrida y sin aportar nada nuevo (pese a algunas licencias creativas
que se han tomado) a la historia ya conocida, y cuyo único interés final está
en las apariciones de Luis Callejo, María Botto o Jan Cornet y en las escenas
filmadas en Almería.
Aunque
en ningún momento se muestra como una gran película, el resultado final termina
por desinflar por completo un trabajo que parece demasiado hecho por encargo y
que, lamentablemente, no va a significar un paso adelante para el director de Robin Hood, príncipe de los ladrones, Waterworld o (dicen) Bailando con lobos.
Valoración:
cuatro sobre diez.
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