En
una época en la que mes sí, mes también, nos encontramos con alguna adaptación
del tres al cuarto de esas novelitas para adolescentes femeninas que se engañan
creyendo que fantasear con los machos alfa de estas obras (evidentes sucedáneos
de los Vales, Superpops y pegatinas forracarpetas de otras generaciones) es el
equivalente a consumir literatura de verdad (guiño, guiño) no voy a hacerme el
sorprendido por la apatía total y absoluta que desprende este título, penúltima
entrega de una saga que no debió pasar de la primera.
Con
no pocas similitudes con la referente LosJuegos del hambre (aunque también podría llegar a salvar ciertos momentos
de El Corredor del Laberinto), La saga Divergente copia sin rubor los
esquemas de las andanzas de la pizpireta Jennifer Lawrence, pero centrándose en
sus defectos e ignorando sus virtudes. O, si acaso, corrompiéndolas.
Con
una distopía en la que la metáfora politicosocial implícita (el poder corrompe)
se repite hasta en dos ocasiones en la misma película (y eso que se supone que
solo adapta la mitad de la novela), no hay espacio para la sorpresa en esta
sucesión de clichés tan mal dirigida como interpretada. Si en Los Juegos del
Hambre se jugaba a que el personaje encarnado por Julianne Moore terminaba
siendo tan dañino como el villano que era Donald Sutherland, en esta ocasión es
Naomi Watts quien tras derrocar a Kate Winsley termina alzándose con el papel
de villana para que luego pase a manos de Jeff Daniels. Y ojo, no estoy
soltando ningún spoiler. No solo salta a la legua desde el primer minuto que
entra en escena (y por si no somos muy perspicaces el guaperas de la función,
Cuatro, se asegura de recordarlo constantemente) sino que incluso se puede ver
en el propio tráiler.
Sin
ánimos ya de encontrar más contenido que el ofrecido en la capa más superficial
de su historia, podría quedarnos el consuelo de al menos estar ante un buen
entretenimiento, pero tampoco. Hay demasiados peros que impiden disfrutar de
una película que se repite continuamente de manera cíclica y sin espacio para
el más mínimo riesgo. La poca espectacularidad que ofrece se debe más al dinero
que al talento, y tampoco es que el abuso de digitalización de para mucho.
Además, el director maneja tan mal los ritmos que ni siquiera consigue que la
muerte de un supuesto protagonista tenga el más mínimo valor dramático.
Resulta
curioso además, como la supuesta necesidad de partir en dos la novela para
poder adaptarla mejor no consiga que lo poco que se puede rascar de la historia
quede bien explicado. Mientras la protagonista Tris y sus amiguitos campan a
sus anchas al otro lado del muro (empeñados en realizar acciones sin sentido y
poco acordes con sus propios personajes), la historia de la lucha que se
produce en Chicago, aquella que han dejado atrás, entre las fracciones de Naomi
Watts y la de Octavia Spencer , es narrada de forma confusa y apática, mientras
que los esfuerzos por infantilizar tanto la cosa impiden que se vea la más
mínima gota de sangre incluso tras un disparo en la nuca a bocajarro, lo que
resta el pretendido dramatismo de las muertes.
Los
actores, por su parte, no solo están horrendos, sino que pueden estar cavando
su propia tumba, demostrando que están en esta película por obligaciones contractuales
o por simple dinero. Ni Jeff Daniels ni Naomi Watts parecen creerse nunca sus
papeles. Theo James, Zoë Kravitz y Ansel Elgort no merecen pasar de fugaces
estrellas postadolescentes y los cabeza de cartel, la Shailene Woodley que
asombró en Los descendientes y el Miles
Teller que se metió a la crítica en el bolsillo por su papel de batería llorón
en Whiplash (aunque ese mismo año se
granjeó el odio de la crítica por su papel de superhéroe llorón en 4 Fantásticos), apuntan
peligrosamente a unas carreras tan erráticas que amenaza con encasillarles en
papeles vacíos y sin carácter.
Y
es que si algo demuestra el anodino papel de Tris en este tercer capítulo de la
saga es su total falta de carisma y personalidad, limitándose a ser una
marioneta que se aleja sin pretenderlo del papel de líder al que debía
someterse la Katniss de Los Juegos delHambre.
Quizá
la única virtud de la película sea el esfuerzo por disimular que se trata de
una mitad de película y darle una entidad más episódica que la saga inspirada
en las novelas de Suzanne Collins o el desenlace de la franquicia de Harry Potter no supieron hacer. Pequeño
mérito ante tan enorme despropósito plano y sin garra suficiente para llegar al
menos a entretener.
Valoración:
tres sobre diez.
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